Planeta Cereza: Las gaviotas de Nola Kellergan

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lunes, 2 de septiembre de 2013

Las gaviotas de Nola Kellergan























«¿Cuál es su opinión?
—No está mal. Pero creo que les da demasiada importancia a las palabras.
—¿Las palabras? Pero, cuando se escribe, son importantes, ¿no?
—Sí y no. El sentido de la palabra es más importante que la palabra en sí.
—¿Qué quiere decir?
—Bueno, una palabra es una palabra y las palabras son de todos. Basta con abrir un diccionario y elegir una. Es en ese momento cuando se vuelve interesante: ¿será usted capaz de dar a esa palabra un sentido particular?
—¿Como cuál?
—Coja usted una palabra y repítala en uno de sus libros, por todas partes. Cojamos una palabra al azar: gaviota. La gente empezará a decir cuando hable de usted: “Ya sabes, Goldman, el tipo que habla de gaviotas”. Y después, llegará un momento en que, al ver gaviotas, la gente empezará a pensar en usted. Se fijarán en esos estridentes pájaros y se dirán: “Me pregunto qué es lo que Goldman ha podido ver en ellos”. Y después empezarán a asimilar gaviotas y Goldman. Y cada vez que vean gaviotas, pensarán en su libro y en toda su obra. Ya no verán esos pájaros de la misma forma. Sólo en ese instante estará usted escribiendo algo. Las palabras son de todos, hasta que uno demuestra que es capaz de apropiarse de ellas. Eso es lo que define a un escritor. Y ya verá, Marcus, algunos querrán hacerle creer que un libro tiene relación con las palabras, pero es falso. Se trata de una relación con la gente.» (Extracto de “La verdad sobre el caso Harry Quebert”, Joël Dicker, Ed. Alfaguara, pág. 345).








Tengo una extraña manía relacionada con la lectura y es que cuando viajo en metro, camino al trabajo, y  observo que tres personas o más del mismo vagón están leyendo el mismo libro inmediatamente pierdo el interés y las ganas de leerlo. Ni tres días me hicieron falta para condenar a mi último fichaje, sin embargo, después de haberlo regalado dos veces a principios de verano y de haber leído numerosos comentarios, críticas dispares y comparaciones odiosas (Nabokov, John Irving, Truman Capote, Philip Roth, Faulkner… Ummm…) no pude por menos que cogerlo y abrir por la primera página. Me estoy refiriendo a la elogiada, pretenciosa, obra maestra, osada, esplendida, sobrevalorada… como quieras, segunda novela publicada del suizo Joël Dicker, “La verdad sobre el caso Harry Quebert”, fenómeno editorial que ha publicado recientemente Alfaguara España acompañado de una buena campaña de publicidad y promoción. 

En mi opinión, ni tan buena como nos la han vendido ni tan mala como algunos señalan, ni obra maestra ni best seller simplón, aunque sí puedo decir que me ha gustado y entretenido. Bastante!! No me voy a mojar en exceso con esta novela, que para eso ya me mojé mucho los pies cuando perseguía, móvil en mano, gaviotas por la playa pensando en una entrada para mi futuro blog. Engancha, es altamente adictiva, se lee bien, es de lectura fácil, con párrafos muy buenos y con una original y compleja estructura sobre la que se sustentan un crimen por resolver, el de Nola Kellergan, una historia de amor, también con Nola como protagonista, y otra de amistad, la relación entre un profesor y un alumno que salpica cada capítulo con sucesivos consejos sobre la escritura y el oficio de escribir. En su contra, quizá muchas páginas, "demasiados" giros argumentales inesperados, repeticiones y saltos en el tiempo…, la historia de amor no me parece tan creíble ni tan bonita como la pintan y algunos personajes no me convencen y los encuentro lejos de la pretendida “existencia propia” de la que quiere dotarles el autor. Aún así, después de una lectura llena de multitud de puntos de vista y perspectivas se llega un final imprevisible y sorprendente que no te lleva a sentir decepción sino disfrute, por lo menos ese ha sido mi caso.  

Pero todos los veranos hay un “libro del verano”, como ocurre con las canciones, y sin ser una experta crítica literaria y tras haber visto como ha invadido no solo los vagones del metro sino también las hamacas de las piscinas, puedo decir que para mí éste lo es. No sé si pasará a la historia realmente como obra maestra, no creo, pero sí como uno de los libros más leídos y vendidos del año. En vez de de ponerle para finalizar otro adjetivo calificativo más, mejor voy a decir “sí, léetelo”.









Aunque suizo, Dicker ha ambientado su novela en una ciudad inventada de la costa atlántica norteamericana, incluso le han diseñado una portada con una estética a lo Hopper, pero las gaviotas de las fotos ni son las gaviotas de Nola en la ficticia Aurora ni se parecen tampoco a las de Hitchcock que llegaron a Bodega Bay. Éstas las vi paseando una fresca mañana llena de nubes en una playa gaditana.



(Un pequeño “spoiler” si se le puede llamar así: las gaviotas tienen mucho que ver en la resolución del misterio).


Fotografías tomadas en la Playa de la Ballena, Urbanización Costa Ballena - Rota, Cádiz. Son de mi propiedad, si quisieras usarlas al menos nómbrame o dímelo.


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