Planeta Cereza

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viernes, 14 de febrero de 2020

Libemor







Lo conocía desde hace tiempo pero no sabía con certeza quien era el autor del cuento Libemor. Había visto con frecuencia que aparecía como un relato anónimo, de autor desconocido, en muchos de los sitios web donde lo había encontrado, y también que aparecía, en otros tantos, como parte de dos libros del psicólogo mexicano Luis Gadea de Nicolás: “Escuela para padres y maestros” y “La vida afectiva”. Desconocía además si, en caso de que efectivamente estuviese vinculado con este autor, era de su autoría o solo había sido recogido y publicado por él. Investigando un poco ahora que he decidido publicarlo ya tengo claro que efectivamente fue escrito por este psicólogo y hasta él mismo es consciente de lo "plagiado, modificado y tergiversado" que ha sido en internet. 


Libemor es un relato que circula por numerosas páginas de autoayuda, psicología, crianza, poesía… como un cuento de amor. Un cuento sobre aprender a amar para enseñar a amar. Libemor pasa de página a  página, de blog en blog, en muchas versiones, más breves o más largas. Todos vamos difundiéndolas o compartiéndolas en nuestras redes y sitios, haciendo un copia y pega de la que hemos leído sin más o de la que más nos ha gustado, y así lo damos por bueno. En mi caso he elegido está versión larga de entre todas las que he leído porque es la que me ha parecido más completa, creo que es la original. Puedes estar más o menos de acuerdo con lo que dice acerca del amor y de los hilos que existen entre las personas, pero repito, a mí me gusta y por eso lo comparto. Y porque me encanta además su mensaje y la metáfora con el arte de tejer. Lo tenía en mente pendiente de buscar el mejor momento para publicarlo, no sabía si hacerlo el día del amor, el día de la madre, el día del niño o el día internacional de tejer en público…  en todos quedaría apropiado. Finalmente lo hago hoy que es (oficialmente) el día del amor y de eso trata.


Sé que muchas personas no están de acuerdo con que exista o más bien con que se celebre el Día de San Valentín, llámese también Día del amor, Día del amor y la amistad, Día de los enamorados, Día del Corte Inglés, Día más cursi del año…  Es una celebración con muchísimos detractores que nos suelen llamar horteras o cosas parecidas a los que sí lo celebramos (a ver por qué !!), un día del que muchos reniegan. Yo en cambio, sin caer en mi lado más cursi que también lo tengo,  considero que debería de haber más días al año para celebrar el amor en cualquiera de sus formas. Los bombones y el osito de peluche que abundan hoy en las tiendas es lo de menos, solo es anecdótico y un reclamo comercial, entre otros muchos, para parejas. Hay muchos tipos de amor y muchas formas de amar y de demostrar amor. Cada cual que elija la suya.


Me gusta particularmente llamar a este día 14 de febrero el Día del amor y la amistad (en algunos países este día se llama así). Soy una romántica empedernida y sin remedio, quien me conoce bien lo sabe. Me gustan las pelis de amor, los libros de amor, los besos de amor verdadero… y hasta admito bombones y ositos de peluche con un corazón rojo entre sus brazos, aunque de estos me caen pocos, todo hay que decirlo. Me amo a mi misma y amo a muchos de los demás. A mi familia siempre pienso que no se lo digo lo suficiente, que los quiero y los amo incondicionalmente, y no es que no se lo diga, lo digo y mucho, es que siempre me queda la sensación de que me quedo corta, pero intento constantemente demostrárselo, y a mis amigos… pues también se lo digo, por qué no, si es uno de los sentimientos más puros, la amistad entre las personas es un acto de amor sin duda alguna, no puede ser otra cosa ya que una amistad sin amor, a mi entender y al de muchos, solo es interés. 






Cuando era pequeña, en mi etapa escolar, odiaba las labores, las de coser, las de bordar…y las de tejer las que más. Mi pobre madre se terminaba ella los regalos que teníamos que hacer para el Día de la madre, y hasta se los envolvía. Luego yo se los entregaba en el cole y quedaba tan bien. No era capaz de terminar nada, ningún paño, cojín o mantel, ni los maceteros tejidos a macramé. Esto no es lo mío, pensaba entonces. Con el tiempo aprendí a apreciarlas (se ve que según el cuento me han amado mucho) y ahora me encantan, ahora soy yo la tejo, para mí y para otros, y todo lo tejo con amor. Las tejedoras somos muy dadas a decir esto, que tejemos con amor y a veces compartimos en las redes nuestros trabajos con la etiqueta “tejido con amor”. Tejer con amor no es evidentemente tejer corazones sino dar lo mejor de nosotr@s mismos en cada puntada y también deshacer enredos y nudos. El amor, entre otras muchas cosas, es una experiencia vital que todos en algún momento de nuestra vida, a cualquier edad y en cualquier dirección experimentamos. Siempre hay y habrá al menos quien nos quiera y de ese amor aprendemos a desarrollar en nuestro propio. Dicen que el amor se teje puntada a puntada. Sí, yo también lo creo. Y en cada acto, cada caricia, cada palabra o en cada beso sí hay amor se transmite amor. No creo que se pueda tejer sin amor, no puede existir tal cosa, al fin y al cabo cada puntada nace de un impulso que, de una manera u otra, tiene su origen en el corazón.


Podría seguir hablando del amor hasta el infinito pero sé que tanta letra con tan poca foto aburre. Os comparto a continuación el cuento Libemor y también os adjunto el enlace con el vídeo y el patrón del corazón rojo de crochet de la fotografía que he tejido “con amor” para ilustrar el cuento. Está realizado con lana Adriafil- Luccico y aguja de 4,5 mm.



LIBEMOR

Viajaba yo en un tren en el vagón fumador y venía absorto observando cómo en el sillón de enfrente una señora jugaba con su hijo de, más o menos, un año de edad. Ella estaba recostada en el cómodo sillón del tren y su hijo yacía encima de ella. Sus rostros se hallaban frente a frente y mantenían un juego secreto que a los dos hacía reír con ganas: se platicaban, se hacían gestos, se hacían cosquillas, se escondían; y yo, descaradamente, los veía porque su juego también a mí me acariciaba. De repente escuché una voz que me sacó del trance en que venía.—Le están tejiendo su Libemor —dijo la voz. Me di vuelta para ver quién me había hablado y me encontré con una muchacha bonita (después supe que era un Hada).—Sí —me dijo—, ¿no puedes verla?—No —respondí atónito—. ¿Cómo dijiste? —Dije que al niño le están tejiendo su Libemor.  Y, después de una breve pausa, añadió: “¡Ya casi está terminada!”. 

Como  en  los  trenes  uno  siempre  tiene  ganas  de  platicar  (especialmente  yo),  pregunté  intrigado:  “Explícame  qué  es  eso  de  Libemor”.  El Hada, que ya sabía que yo se lo iba a preguntar, estaba lista para revelarme un gran secreto (las Hadas no se aguantan las ganas de revelar secretos), y comenzó así:—El Mago Supremo dio a la humanidad un don maravilloso... le entregó las agujas Alfaga, que son las agujas mágicas con las que se teje la Libemor. Yo la miraba y escuchaba asombrado.—La Libemor —continuó el Hada— es la capa mágica que cada madre teje a sus hijos y con la cual les confiere un enorme poder: el poder de amar. Cada vez que una madre abraza a su hijo, lo acaricia, le habla, lo atiende, lo alimenta o juega con él, vuelan las agujas Alfaga y dan una puntada; y si el empeño no ceja o la tarea no se interrumpe, más o menos a los dos años, la Libemor cubre ya por completo al niño.  Como la capa es invisible nadie se explica por qué el niño de repente se siente tan confiado, tan seguro de sí mismo, ni por qué de buenas a primeras ya no le importa separarse de su mamá. Obviamente —dijo el Hada con suficiencia— es el enorme poder de su Libemor lo que le permite actuar de esta manera; aunque no siempre es así —añadió con tristeza.

—¿Por qué? —le pregunté.—Para tejer la Libemor de sus hijos, las madres tienen que amarlos y atenderlos con ternura y solicitud, y la tarea no debe interrumpirse hasta que la capa esté terminada. Si por alguna razón la madre y su hijo se separan antes de que esto ocurra, la capa se desteje... se le van los hilos.

—¿Y de qué son los hilos?—Son hilos de energía vital que las madres toman de su propia Libemor.  Ellas destejen su capa para tejer las de sus hijos. No hay forma más perfecta de amar.

—¿Y si no tienen Libemor? —pregunté atemorizado.—No deben tener hijos —respondió fulminante el Hada.

—¿Y se quedan sin nada al destejer su capa?—Eso a ellas les importa un comino —respondió—.  Para ellas el amor y el deber son uno y están llenas de gracia. Además, a ellas las abrigan las Libemor de sus hijos y de su amado.

—¿De su amado?—Sí —me dijo—, si ellas se sienten amadas podrán cumplir mejor con su tarea.  Para que la Libemor te cubra toda la vida debe tener  un  número  exacto  de  puntadas.  No  debe  quedar  ni  chica  ni  grande.  Cuando  se  atiende  solamente  al  niño  para  que  sobreviva... sin alegría ni esperanza, las Alfaga darán muy pocas puntadas y la capa quedará muy cortita, el niño no se sentirá protegido, no tendrá suficiente confianza en sí mismo y sentirá frío sin saber por qué. Y si su madre lo sobreprotege, porque le tiene miedo a la soledad o porque ella misma necesita amor, entonces las agujas Alfaga darán demasiadas puntadas, la Libemor quedará demasiado grande, se le enredará entre las piernas al niño y no podrá caminar solo.

—¿Y cómo saben ellas cuántas puntadas dar?—No te preocupes. Cualquier madre sensata lo sabe bien. Un detalle importante que no había mencionado es que hay una clave secreta para que las agujas tejan.

—¿Cuál es? —me apuré a preguntar.—La clave es que la madre mire a su hijo a los ojos cuando lo atiende... él la mirará a ella. ¡Y entonces las agujas Alfaga se pondrán a trabajar!

—¿Y si no se miran a los ojos?—Todas  las  madres  miran  a  sus  hijos  a  los  ojos,  así  es  como  se  comunican  entre  ellos.  Si  esto  no  ocurriera  sería  muy  preocupante. Claro que generalmente las madres aman a sus hijos y les tejen unas Libemor preciosas que harán posible que los pequeños puedan amar y confiar en el amor. Si no tienen Libemor no podrán amar —añadió el Hada muy seria.

—¿Y los niños que no tienen madre? —pregunté preocupado.—Esa es una pregunta importante —dijo el Hada—, porque todos los seres humanos necesitan una Libemor. Sin embargo, otra persona puede tejer la suya a un niño si lo ama de verdad; es decir, si el niño encuentra amor de madre. Te voy a explicar bien: si un niño no encuentra a “alguien” en especial que le dé amor de madre y crece rodeado de “puras tías”, o sea de personas que lo atienden por turno, las agujas darán puntadas, pero tejerán solamente retazos, no una Libemor. Sin embargo, si el niño tiene a su madre tejiéndole la suya y además tiene abuelos, tíos o gente que lo atienda con alegría durante una parte del día, todas las puntadas de las Alfaga van a dar a la Libemor que la madre está tejiendo y el resultado será una Libemor de gran lujo.

—¿Y el papá qué hace?—Cuando los papás atienden a sus hijos, vuelan las agujas y dan puntadas vigorosas que producen unas capas muy resistentes y vistosas. Esos niños tendrán una enorme confianza en ellos mismos —añadió el Hada.

—¿Y cuando los niños crezcan? —no me cansaba yo de preguntar.—¡Pues podrán amar! Amar no es otra cosa que quitarte tu Libemor y ponerla sobre los hombros de la persona que amas. Ese es el mayor don que los seres humanos pueden otorgar. Dicen —continuó el Hada— que la persona que recibe una Libemor siente un enorme bienestar. Que es tanta la energía que recibe que hasta cosquillas le hace. También dicen que si esa persona que amas coloca su Libemor sobre tus hombros, te hace profundamente feliz... que no hay nada mejor en este mundo. Sin embargo, es muy importante saber que hay gente que sólo desea ser amada. Son personas encantadoras y obsequiosas hasta que te despojan de tu Libemor. Como no tienen amor, necesitan el tuyo. Hay que entender que uno sólo tiene amor cuando lo da, no cuando lo recibe. Que es rico en amor el que  da  mucho,  no  el  que  recibe  mucho.  El  problema  es  que  cuando  consiguen tu Libemor se van a buscar otra porque le tienen un miedo enorme a la soledad y te convierten en un fantasma que ronda a esa persona tratando de recuperar su capa... Dicen que eso es muy triste —comentó el Hada.

—¿Y cómo puedes saber cuando una persona tan sólo desea tu Libemor?—Porque te hacen sufrir —repuso el Hada—. No les importa ser crueles, pero no por maldad sino por miedo. El miedo adultera su alegría de vivir y por desgracia en algunas personas es el único sentimiento arraigado. El miedo lo arruina todo... ¡pobre gente que por miedo al futuro no goza un  solo  día  de  su  existencia!  Un  día  dicen  que  te  aman  y  que  tú  eres  todo lo bueno del mundo, y al otro día ya no se acuerdan de cómo te llamas. ¡La crueldad tiene un temible efecto paradójico!, ¿sabes?, porque te resistes a aceptar una visión tan pobre de la vida y... ¡vuelves por un nuevo desprecio! La crueldad les da poder sobre ti y no pueden renunciar a ese poder porque no nace de su fuerza sino de su debilidad... quizá porque  alguien  en  quien  confiaron  las  despojó  de  su  Libemor.  Cuando  tienes amor no haces sufrir a nadie, ni provocas celos, ni necesitas que te necesiten —terminó diciendo el Hada.

—¿Pero... no lo hacen a propósito?—No —me dijo compasiva el Hada—. Lo que sucede es que no han aprendido a  amar.  Un  hombre  sabio  explicó  que  el  mandato  “Ama  a  tu  prójimo  como  a  ti  mismo” es a la vez orden y sentencia, porque sólo podemos amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos, ni más ni menos. Sólo quienes gustan de la vida y se aman a sí mismos pueden enseñar a sus hijos qué son el amor y la alegría. Un místico alemán,  Juan  Eckhart,  sintetizó  estas  ideas  en  forma  espléndida:  “Si  te  amas  a  ti  mismo,  amas a todos los demás como a ti mismo. Mientras ames a otra persona menos que a ti mismo, no lograrás realmente amarte; pero si amas a todos por igual, incluyéndote a ti, los amarás como una sola persona y esa persona es a la vez Dios y el hombre. Así pues, es una persona grande y virtuosa la que amándose a sí misma, ama igualmente a todos los demás”. Si amas a la gente sin miedo, siempre recibirás amor. Es una ley.

—Pero... ¿podrían amarte y sin embargo tener miedo?—¡No! —respondió en forma terminante el Hada—. Si un día te aman apasionadamente y al otro día amanecen llenas de dudas es que no te aman. Te explicaré: amar de verdad es confiar plenamente tu Libemor a la persona amada. Sin miedo. Al confiar en ella la haces crecer, la vuelves libre y tú también quedas en libertad. Los niños que se sienten amados no reclaman amor, son libres. Los adultos también.—Entonces, amar de verdad es dar todo confiando en la integridad del otro —dije yo, pensando en las palabras del Hada. —¡Exacto! —me respondió con una sonrisa—. La Libemor no se pone con una mano y se quita con la otra. La Libemor se pone con las dos manos, y el otro, agradecido y pleno, ¡íntegro gracias a tu amor!, la devuelve a tus hombros junto con la suya, sin esperar nada a cambio.

—¿Las personas adultas pueden aprender a amar de verdad? —pregunté.—Sí,  sí  pueden  —respondió—,  si  las  amas  incondicionalmente  aprenderán  a  amarse  y  podrán  amar.  ¡Pero  hay  un  límite!  —sentenció el Hada—, si sientes que has perdido la libertad y la integridad debes renunciar a tus deseos. El amor propio te devolverá tu Libemor.

—¿Y cuando alguien te ama y tú no puedes amarle?... las personas no siempre se pueden amar —pregunté.—¡No es verdad! —me respondió el Hada—. Las personas se pueden amar toda la vida cuando no esperan nada a cambio... nada, excepto el bienestar de las personas que aman.

—¿Y si creyendo que amabas despojaste a alguien de su Libemor? —pregunté tímidamente—. Los seres humanos tenemos tanto que aprender...—En estos casos hay que devolver la Libemor recibida para que su dueño pueda amar a otra persona. Cuando dos personas se amaron, los hilos de sus capas se enredan y se hacen nudos muy fuertes, más fuertes que el famoso “nudo gordiano” —dijo el Hada erudita—. Estos nudos deben desatarse para que cada quien conserve su Libemor.  No  pueden  romperse,  sólo  desatarse.  Si  tú  deseaste  ser  amado  y  te  esforzaste en conseguirlo, adquiriste un compromiso muy grande. No es sólo halagar  tu  vanidad.  Es  una  tremenda  responsabilidad  recibir  una  Libemor...  hay que entenderlo muy bien para no dejar desnudo a nadie.

—¿Y cómo se desatan las Libemor? —pregunté interesado.—¡Pues hablando! —me dijo el Hada—. ¿Qué no sabes que las palabras sirven  para  desatar  nudos?  Es  muy  fácil,  las  mismas  ganas  que  pusiste  para que te amaran debes ponerlas ahora para que renuncien a tu amor. Sólo puede renunciar al amor el que tiene amor. Cuando deseabas ser amado querías ser escuchado. Ahora ponte en el lugar de la otra perso-na y escúchala. Ella sólo necesita decirte cuánto te ama y sentir que te interesa  saberlo,  eso  la  hará  feliz  y  podrá  recuperar  su  Libemor.  ¡Cómo  me gustaría poder amar! —suspiró el Hada.

—¿Por qué dices eso? —pregunté alarmado —. ¿Tú no puedes amar?—No  —me  dijo  con  profunda  tristeza—.  Solamente  pueden  amar  las  mujeres  de  verdad.  Yo  soy  un  Hada,  mi  nombre  es  Angelfer.  Las  Hadas  sólo concedemos favores.—¡Concédeme  a  mí  uno!  ¡Yo  estoy  enamorado!  —le  confesé  con  emoción—. Y ella me sonrió con la enorme dulzura con la que las hadas sonríen a los que creen en ellas.—¡Tú también tienes que aprender a amar! —me dijo—. No hay tarea más difícil ni más importante que aprender a amar. Amar con espontaneidad, sin miedo a  la  infelicidad.  Amar  a  la  vida.  Amar  con  responsabilidad.  Trabajar  por  lo  que  se  ama. Mientras se aprende a amar se cometen errores que duelen y lastiman, pero los errores son parte de la vida y se debe tener el valor de corregirlos. No importa cómo empiezas a vivir sino cómo terminas. Si vives inspirado por el amor aprenderás por fin a amar con todo el corazón, con alegría, sin reproches.

—¿Es posible? —pregunté—. ¿No es soñar con una utopía?—¡Los grandes hombres sueñan con utopías y se esfuerzan por hacerlas realidad! ¿Tú no quieres crecer? —¡Claro que quiero! —respondí—. ¡Pero concédeme un favor!—¡Tú eres un niño!, ¿sabes? —dijo el Hada, y nos reímos los dos con ganas. ¡Y súbitamente sentí que nos amábamos!


Corazón de crochet.
Granny Heart. Patrón de Elena Kozhukhar.
https://ellej.org/en/granny-heart/



Granny heart. Patrón de Elena Kozhukhar. Fuente: ellej.org




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viernes, 6 de diciembre de 2019

Pasta casera. Fettuccine.





No conozco una receta de cocina con tan pocos ingredientes que tenga tantos secretos. Quizá más bien sea que no es que existan tantos sino que estos, uno, dos o veinte, sean tan importantes para conseguir un resultado perfecto. Supongo que en cocina existirán tantos trucos y secretos como personas que cocinen, pero los secretos dejan de ser secretos cuando se cuentan y por eso casi todo el mundo que cocina pasta en casa sabe, porque todo el mundo lo cuenta, que es importante hacerlo en un recipiente adecuado, una olla alta con abundante agua, sin aceite y echando solo la sal un poco antes de hervir. Poco más. Dicho así no parecen secretos inconfesables pero varía mucho la cosa según como se haga y si no probad y veréis. Aun con todo, a la hora de hacer pasta, cada maestrillo tiene su librillo y hay quien sala el agua y echa un chorrito de aceite desde el principio, o quien saltea la pasta antes de cocerla, o quien la cuece en caldo casero. No tiene por qué salir mal, es una cuestión de gusto, entiendo. Cocer pasta, y me estoy refiriendo de momento a la que compramos ya hecha, es algo muy fácil que puede hacer cualquiera y a no ser que cometas errores garrafales y se apelmace, el resultado suele ser siempre bueno y más si la pasta se acompaña finalmente con una rica salsa u otros alimentos.

A mí en particular me gusta la pasta sola, sin salsa, ni nada de nada, una gota de buen aceite y un poco de orégano, lo que no quiere decir que no me la coma si está elaborada de otra manera. No hacerlo sería pecado y más si me la dan hecha. ¡¡ Solo faltaba !! Ya se sabe que a mejor ingrediente mejor resultado, por eso ya que como pasta sin más, pues lo único que quiero es que esta sea buena, y desde que la hago yo en casa puedo asegurar que es lo es. Tan contenta que estoy de que me salga bien. Buena harina, buenos huevos, buen amasado, buena cocción… resultado: buena pasta. Este es realmente mi único secreto. Unos ingredientes de calidad, una forma correcta de amasar y cocer como casi todo el mundo dice que se debe hacer.








Siempre que viajo a Italia juro y perjuro que nunca más volveré a comer pasta, y lo digo con la misma intensidad que cuando Scarlett O’Hara decía aquello de “a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre” y a veces lo pronuncio hasta en italiano para que quede más creíble “giuro e spergiuro”, pero lo hago no por no querer comerla sino por comer demasiada, hasta sin hambre. Pasta pizza, pasta pizza, pasta pizza... así casi todos los días. Luego se me pasa y acabo olvidándolo porque para los fines de semana, la pasta es un plato muy socorrido y versátil que me da mucho juego porque se puede preparar de mil maneras y les gusta a todos en casa.

Un paquete de pasta de cualquier marca comercial es algo relativamente barato y asequible, ¿Compensa realmente ponerse a hacer pasta casera cuando no tardas ni medio segundo en ir al supermercado a comprar uno? Depende. Para mí sí, pero desgraciadamente la hago solo de vez en cuando, por lo que se tarda y por la que se lía. Pastas hay muchas en las estanterías de las tiendas, de buena y no tan buena calidad, de infinitas formas y muchos colores, las cuales no soy aún capaz de hacer, pero todo llegará, seguro, (bueno, bueno, que hay más de 350 tipos de pasta catalogados, no sé yo si llegaré a hacerlos todos). De momento, que acabo de empezar, solo hago dos o tres variedades. La harina que se utiliza para hacer pasta casera si es buena es más cara que la normal, el coste de los huevos, el tiempo empleado, más la inversión en la máquina si la haces así en vez de a rodillo.... cada uno tiene que valorarlo, pero la pasta casera es simplemente distinta y eso se nota. No todas las harinas son iguales,  no nos sirve la misma harina para hacer todo tipo de recetas, evidentemente. Cualquiera que cocine y sobre todo que haga pan o repostería lo sabe y sabe que las harinas se comportan de distinta manera según el tipo y según la receta. Existen muchos tipos de harina, diferentes clasificaciones y tablas de equivalencia según el país, según la fuerza, las proteínas, según el molido o el refinamiento... y he leído en muchos post y foros cosas totalmente contradictorias sobre cual es la mejor harina para hacer pasta pero aquí en este tema no voy a meterme porque esto ya es “harina de otro costal”, pero por lo general la pasta se suele hacer con harina muy fina y la recomendada para hacer pasta es la harina 00, o doble cero, que según la clasificación italiana, que tiene que ver con la manera en cómo ha sido molida y no por la fuerza, el gluten o las proteínas. 

Esta harina, que según los países tiene otras denominaciones, es una harina finísima y muy blanca, lo que le da a la pasta una textura muy suave, aunque también se puede mezclar con sémola de trigo duro, utilizada más en el sur de Italia, que le confiere una textura más gruesa y rústica. Aquí en España es algo complicado encontrar esta harina italiana, aunque hay páginas de venta on line donde se encuentra con facilidad, por lo que se puede sustituir por la harina de repostería que es la que yo uso. Un secreto también confesable es que la primera vez que hice pasta "para probar" lo hice con la harina de uso normal y quedó también bien buena.







La máquina para hacer pasta, Marcato Atlas 150, ni mezcla ni amasa, solo estira y corta. El amasado se hace a mano, que para mí es tan entretenido como darle a la manivela del rodillo de la máquina. Como de momento solo tengo un accesorio, con mi máquina solo hago fetuccine, tagliolini o láminas para lasaña. Poco a poco iré adquiriendo otros que me permitan hacer más variedades y quizá hasta añada otros ingredientes para hacer pasta a las espinacas o  al tomate, por ejemplo, e incluso pasta rellena, aunque esto es aún para mí de "curso avanzado". Por ahora me entretengo con este nivel 1 que me parece muy gratificante y me encanta. Como veis en las fotos la máquina se sujeta a la mesa para que no se mueva con una pinza de sujección por eso no puedo hacerla en la cocina así que la pongo en la mesa de comedor y allí hago todo, o allí ensucio todo mejor dicho. Y de paso, ya me me voy a pasar un par de horas ocupada en el asunto, me pongo una película de cocina del tipo de Deliciosa Martha, Un viaje de diez metros, Julie &Julia o Ratatouille ¿por qué no? y tan feliz toda la tarde haciendo pasta casera. Tengo que decir que cuando pensé en publicar un post sobre la manera de realizar pasta casera, la intención era hacer un reportaje "paso a paso" pero se ha quedado solo en eso, en una intención. Me podía haber esperado un poquito, haber perfeccionado el proceso y haber encontrado la manera de hacer las fotos sin llenar el objetivo de harina, sin embargo, como una ligera idea os podéis hacer con las fotos que subo, prefiero concentrar todos mis esfuerzos en conseguir perfeccionar la propia receta.










PASTA CASERA.

Ingredientes:

- 400 gramos de harina 00 (según clasificación italiana) o harina de repostería
- 4 huevos grandes

  
Esta pasta casera que hago es una pasta al huevo.La pasta se hace solo con estos dos ingredientes pero a veces es necesario añadir algo de agua para ligar bien la masa. Dependerá del tamaño de los huevos o del tipo de harina que utilicemos. También podemos hacer una pasta sin huevo en la que los únicos ingredientes son harina y agua.

En el proceso nos vamos a ayudar en ocasiones de harina espolvoreada para que no se nos pegue y sea más fácil su manejo.

Es mejor utilizar la harina tamizada y los huevos a temperatura ambiente.

La proporción huevo-harina es un huevo por cada 100/110 gramos de harina. Y es la cantidad recomendada por persona. A mí me parece mucho. Con 4 huevos y 400 gramos de harina sale mucha cantidad de pasta, más de 4 raciones.

La pasta se puede consumir fresca, o sea recién hecha, o se puede dejar secar preferentemente en un secador de pasta, para consumirla en otro momento. La pasta fresca se puede congelar.

Se comienza haciendo un volcán con la harina en un bol o recipiente grande o directamente encima de la mesa. Hacemos un hueco en el centro y ahí incorporamos los huevos enteros. Empezamos a mezclar la harina con el huevo desde el exterior hacia el centro con cuidado con los dedos. Después hay que ir amasando con las manos mezclando bien los ingredientes durante unos minutos, 10 o 15, hasta que la masa sea elástica y se pueda manejar bien. Si la masa está quedando desmigada o seca se agrega un poco de agua y si, por el contrario, está quedando muy húmeda se espolvorea más harina.

Una vez terminado el amasado damos forma de bola a la masa, la cubrimos con film y la dejamos reposar una media hora. Transcurrido este tiempo estiramos la masa o la damos forma de rulo para empezar a cortar pequeñas porciones. La masa que no estemos trabajando debe seguir tapada para que no se seque.

Dividir la masa en pequeñas porciones se hace para facilitar su alisado con la máquina. Se empieza aplanando un poco la porción con las manos para poder introducirla en la abertura del rodillo de la máquina. Primero se selecciona el grosor más grande, en mi máquina el número 0 y se pasa dos o tres veces por cada nivel hasta llegar al adecuado según la variedad que queramos hacer. Por ejemplo si el grosor adecuado para hacer fettuccine es el número 5 vamos dando dos o tres pasadas por el 0, el uno, el dos, el tres... hasta llegar al cinco. Cuando alcancemos ese grosor y tengamos una especie de plancha alisada y fina, elástica, que no se pega, la introducimos por el rodillo accesorio que la corta en fettuccine.

Enharinamos un poco los palitos del secapasta donde vamos a colgar los fettuccine y los ponemos ahí con ayuda de una varita para que se sequen y con cuidado de que no se peguen unos con otros. Así haremos con las demás porciones hasta acabar con la totalidad de la masa.

El secapasta que he utilizado es de la misma marca que la máquina, Marcato, y cabe mucha cantidad de pasta, calculo que el doble de la que yo hago.Una vez secada la pasta, eso si lo que queremos es pasta seca ya que también podemos consumirla fresca recién hecha, solo queda cocerla unos pocos minutos según como la queramos de firmeza, si "al dente" o más hecha y prepararla al gusto de cada cual.







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jueves, 31 de octubre de 2019

Dedos de bruja







Llegados a este momento del año toca discutir un poquito sobre Halloween. Sinceramente a mí me aburre un poco tener que estar discutiendo siempre de lo mismo, y con los mismos. Cada vez que publico una receta con temática Halloween (calabazas, catrinas, ataúdes, esqueletos... ) o subo fotos mías y de mi familia terroríficamente disfrazados, no hay año en el que no me encuentre con toda una legión de detractores publicando también en todas las redes sociales que si el “jalogüín” es una celebración importada de Estados Unidos (ni que a lo largo de la historia no estuviese esta repleta intercambios culturales), que si cogemos todas las modas de otros países y no son nuestras, que si celebrar Halloween aquí es como sacar el Cristo de los faroles allí, que si esto que si lo otro… y a mí siempre me cae algo, claro. Zas, zas, por cualquier lado. Si no en público, en privado, siempre me toca discutir con alguien, como si tuviera que estar excusándome y pidiendo perdón porque me guste Halloween.


Todos las culturas y sociedades constantemente adoptan tradiciones y festividades de otras: graduaciones escolares con toga y birrete, Papá Noel que casi ni existía aquí cuando yo era pequeña... por nombrar algunas, y nadie dice nada. Bueno, siempre hay quien sí. Pero qué sería del mundo sin estos y otros intercambios más serios. En fin, pues me gusta Halloween y ya está. Lo he disfrutado mucho con mis niños y con mis amigas, nos hemos disfrazado, nos hemos divertido y no trato de imponérselo a nadie. ¡¡ Allá cada cual !! Vive y deja vivir y si no muere y deja morir.  No me importa estar de este lado en Halloween, yo voy a celebrar lo que yo crea, siempre que quiera, por supuesto, pero en este caso es que ni creo que esté celebrando nada, solo aprovecho que es Halloween, como tantos otros, para tener un rato de diversión. Aunque muchos hagan caja con la venta y consumo de productos Halloween al estilo americano, que por cierto Halloween tampoco es americano, a mí me da igual, ni que fueran los únicos. Y cansada estoy de defender por otro lado la tradición europea de esta festividad, que no lo digo yo, “lo dicen los libros” y ya todo el mundo lo sabe o han leído en algún lugar el origen celta de esta festividad pagana y bla, bla, bla….
¡¡ Qué aburrimiento !! Con lo divertido que es halloween en sí.


Mis hijos ya son mayores y ya no se disfrazan ni piden caramelos por las casas, están a otro rollo que da más miedo aun, y a mí ya me da un poco de corte disfrazarme de enfermera sangrienta, esqueleto o bruja y dar vueltas por mi portal yo sola, llamando a las puertas de mis vecinos y pareciendo que en vez de caramelos o dulces voy a pedir medio limón, un litro de leche o un huevo que me hace falta. Mejor esa noche me quedo en casa y me pongo a enredar un rato en la cocina.







Así que para este Halloween, y con antelación esta vez, he decidido hacer unos escalofriantes y horripilantes "dedos de bruja". Huesudos, bien cortaditos a cuchillo, sangrientos… dedos asquerosos y terroríficos que realmente son deliciosas galletas con almendras, muy típicos en esta fecha, famosos entre el público infantil, más baratos y menos empalagos que los huesitos de santo que se realizan en muchas zonas de España con motivo de la celebración del Día de Todos los Santos, y que a mí me parecen también un poco siniestros.

Los dedos de bruja son un clásico entre las recetas que se hacen en estos días pero creo que no tienen tradición ninguna, por lo menos en España No son un dulce tradicional de ninguna zona solo responden a la iconografía propia de Halloween, resultan simplemente divertidos para los niños y no tienen detrás la larga tradición de los huesitos de santo, hechos con mazapán y dulce de yema, que se conocen desde el siglo XVII. Los dedos de bruja son galletas y tienen los ingredientes comunes de estas: harina, azúcar, mantequilla y huevo, más un poquito de "sangre". Son muy sencillos de elaborar y aparte de que están muy ricos otra cosa buena que tiene esta receta es que no hay que esmerarse mucho, cuanto más feos te queden... mejor.



DEDOS DE BRUJA


Ingredientes:

- 300 gramos de harina de repostería
- 150 gramos de azúcar (100 gr azúcar blanco más 50 gr azúcar glass)
- 100 gramos de mantequilla
- 1 huevo
- 1 cucharadita de aroma de vainilla
- almendras para decorar (uñas)
- mermelada de frambuesa para decorar (sangre)







1. En un bol o en el propio cuenco de la batidora/amasadora batir la mantequilla a temperatura ambiente junto con el azúcar.

2. A continuación incorporar el huevo entero y la vainilla. Seguir batiendo.

3. Cuando la mezcla esté ligada, ir añadiendo la harina tamizada poco a poco. Tendrás que cambiar las varillas por la pala amasadora si lo haces con la máquina porque la masa se va volviendo más dura y consistente. Si no amasar la masa a mano durante unos minutos. Si la masa está muy compacta se puede aligerar un poco con un chorrito de leche.

4. Dejar reposar la masa en el refrigerador, envuelta en papel film, durante 30 minutos aproximadamente.

5. Formar finos pirulíes con forma de dedo. Pegar la almendra mojada en la mermelada a modo de uñas, hacer con un cuchillo unas pequeñas rayitas en los nudillos y poner algo más de mermelada donde empieza en dedo para simular la sangre del corte.

6. Refrigerar los dedos durante media hora o una hora para que conserven la forma. 

7. Hornear durante 12/15 minutos a 180 grados centígrados en el horno precalentado.

8. Sacar y dejar enfriar sobre una rejilla.








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viernes, 18 de octubre de 2019

Pan de calabaza (panecillos)






¡¡ Mira que existirán variedades de panes a lo largo de toda la geografía mundial !! De todo tipo, de todas clases, elaborados con diversas harinas, con distintas formas y con diferentes modos de cocción. Y todos están, o estarán, pienso, porque no los he probado todos, bien buenos. Hasta los panes “malos”, esos que venden en supermercados o tiendas bazares, ultracongelados, precocinados y de poca calidad, me parece que están ricos (sobre todo si están acompañados de un poquito de jamón o cualquier otra cosilla para picar) al menos para mí, que soy una apasionada del pan.

Me encanta el pan, cualquier tipo de pan y hasta me atrevo a hacerlo en casa, a mano y a máquina. No me sale demasiado mal para no ser una experta panadera, bastante comibles y con muy buena pinta todos los que he cocinado hasta ahora. No lo hago todos los días, que ya me gustaría, porque elaborar pan casero lleva su tiempo y no dispongo a diario de esas horas que requiere el levado y el horneado de la masa, pero lo que sí tengo a diario es mucha hambre de pan, pero que mucha !!

El pasado miércoles fue el Día Mundial del Pan (World Bread Day). Desde hace 14 años se celebra el día del pan el 16 de octubre para promocionar el valor del pan como alimento esencial en la dieta variada y saludable y promover su consumo. No estoy muy segura de que sean 14 años, ya que no he podido encontrar la fecha exacta de la primera celebración de este día, pero creo que el primer día mundial del pan que se celebró fue en 2006 y fue promovido, según multitud de páginas web que he consultado, por la Federación Internacional del Panadero, organización que tampoco he encontrado como tal y a la que solo encuentro referida como la Unión Internacional de Panadería y Panadería Pastelería (UIB).  Lo digo porque a mí me gusta siempre llamar a las cosas por su nombre: al pan, pan, y al vino, vino.







La Unión Internacional de Panadería y Panadería Pastelería, (Union Internationale de la Boulangerie et de la Boulangerie-Pâtisserie, International Union of Bakers and Confectioners) tiene su sede en Madrid, en la sede de CEOPAN, la Confederación Española de Organizaciones de Panadería, que es una Asociación Patronal, sin ánimo de lucro, que integra en su seno a las 52 Asociaciones y Gremios de fabricantes y expendedores de Pan Tradicional existentes en España y que tiene entre sus objetivos la promoción del consumo de productos de panadería. La UIB, que agrupa 29 países, otros 10 observadores, unas 300.000 empresas y alrededor de cuatro millones de trabajadores en todo el mundo, organiza todos los años, el día 16 de octubre, el Día Mundial del Pan, con multitud de eventos y actividades en muchas localidades, para resaltar la importancia del pan en cualquier dieta de alimentación equilibrada.

No hace falta que sea el Día Mundial del Pan para hornear pan en casa, ni siquiera que sea el Día del Pan Casero que se celebra desde los años 80 en EEUU el 17 de noviembre, lo que ocurre es que yo aprovecho cualquier celebración para celebrar cualquier cosa. Nadie necesita ninguna habilidad especial ni ninguna excusa para cocinar un pan casero, ni Navidad, ni Semana Santa, ni ninguna otra fecha señalada, pues el pan es un alimento básico, muy nutritivo que se come a diario en cualquier cultura desde tiempos inmemoriales. Su elaboración es conocida desde la prehistoria y en todas las civilizaciones. Además se cree que es uno de los primeros alimentos elaborados de la historia de los alimentos. En un principio solo era una masa de cereales machacados y agua, pues no se conocía aun la harina refinada, cuyo invento, el del pan en sí, algunas anécdotas refieren como casual, pero el pan siempre ha estado ligado a la evolución del hombre y es por ello que ha llegado a nuestros días en un formato más elaborado, con legislación propia y con toda una industria panadera detrás que convive con el furor del pan artesano y las formas artesanales y tradicionales de hacer pan.







PAN DE CALABAZA (panecillos):


El pan es en esencia una mezcla de harina, agua, levadura y sal, amasada, fermentada y horneada. Pero a este pan que comparto hoy le he incorporado otros ingredientes. Como estamos en otoño, aunque casi no lo parezca, he añadido calabaza, uno de los productos otoñales por excelencia, y el resultado ha sido sabrosísimo. La calabaza le ha dado al pan un sabor único. Es la primera vez que hago estos panecillos tan esponjosos y la receta que he seguido es la que ha publicado en youtube el canal Miel House (gracias desde aquí por compartir este vídeo tan claramente explicado) Y la he seguido tal cual, solo con un par de variaciones: aunque me gusta meter las manos en la masa lo amasé en la amasadora y también bajé un poco el tiempo y la temperatura del horneado porque veía que se me quemaban. ¿¿ Me podían haber quedado mejor ?? Pues sí, al menos me han quedado menos penosos que las fotografías que acompaño, que cada vez las hago con más prisas y menos cuidado, pero como están tan buenos los repetiré muchas más veces.


INGREDIENTES:

Para el Fermento:
- 125 ml o media taza de leche, a temperatura ambiente 
- 5 gramos de levadura seca de panadería 
- media cucharadita (de las de postre) de harina
- media cucharadita (de las de postre) de azúcar

Para la masa: 
- 450 gramos de harina de múltiples usos, tamizada
- 150 gramos de calabaza cocida, asada… en puré
- 1 huevo
- 2 cucharadas de aceite
- 1 cucharadita de azúcar
- 1 cucharadita de sal


1. Empezamos preparando un fermento en una taza o cuenco con 125 mililitros de leche a temperatura ambiente, 5 gramos de levadura seca de panadería, media cucharadita de harina y otra media de azúcar. Remover, tapar con papel film y dejar reposar unos 15 minutos aproximadamente o hasta que fermente.

2. En un bol disponer el puré de calabaza, que puede ser asada o cocida (yo la hice en el microondas: cortada en dados, tapada con papel film un poco pinchado, 5-10 minutos según la cantidad y luego pasada por la minipimer), dos cucharadas de aceite, 1 huevo entero y una cucharadita de azúcar. Mezclar bien.

3. En el propio vaso de la amasadora (tipo Kitchen Aid) poner los 450 gramos de la harina tamizada. En el centro hacer un pequeño hueco para echar la mezcla de la calabaza y el fermento. Añadir también  una cucharadita de sal pero en los bordes del recipiente, sobre la harina, que no toque los otros ingredientes. Ligar un poco con las manos o con una espátula y amasar unos minutos en la amasadora.

4. Cuando la masa esté ya lista sacarla del vaso de la amasadora, hacer como un bollo de forma redonda y dejarla reposar para que leve alrededor de una hora. Si la cocina está muy fría pues un poco más. Es una masa muy elástica y pegajosa, hay que ayudarse un poco enharinándonos las manos.

5. Una vez levada la masa a continuación hay que sacarla del bol, hacer una especie de rulo con ella y partirla en porciones. Yo hice 10 porciones y quizá quedan algo grandes, mejor hacerlas más pequeñas que creo que quedaran más bonitas y más redonditas. Con cada una de ellas hacer un bollito dándoles forma redondeada, disponer en la bandeja del horno sobre un papel sulfurizado y aplastarlas ligeramente con la mano. Con unas tijeras enharinadas realizar unos pequeños cortes, 8 cortes, para hacer las estrías de la calabaza y dejarlas levar por segunda vez en la bandeja una media hora, tapadas con un paño que no pese para permitirlo. Una vez que hayan levado, con la ayuda de un dedo se les hace un pequeño hundimiento en el centro.

6. Hornear 15 minutos en el horno precalentado a 220 grados centígrados. Como dije antes, bajé un poco la temperatura y también un par de minutos en la segunda hornada (siempre que hago algo por primera vez intento hacer una prueba primero) porque vi que se me estaban tostando mucho.

7. Sacarlas del horno y untar un poco de mantequilla por la superficie para que se quede más blandita.

8. El resultado son unos bollitos de pan con sabor a calabaza muy tiernos y esponjosos, ideales para hacer en cualquier momento, de una manera bastante rápida, y perfectos para fiestas o meriendas de Halloween.



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viernes, 11 de octubre de 2019

Videojuegos: los dos lados de la pantalla





Quien tenga en casa a un adolescente, principalmente masculino, aunque no necesariamente, sabe lo que significa la palabra “videojuegos”. En mi caso, y en mi casa, esta palabra, u otras relacionadas con esta como jugar, playstation, partida, pantalla… suelen decirse casi a diario, muchas veces, y en un contexto de frases algo subidas del tono en el que normalmente hablo: “por favor, apaga ya”, “quita la play, por favor”, “acaba la partida y ya”, “qué parte de apaga ya no has entendido”, “te lo digo por última vez, quita la play”, “quién te ha dado permiso”, “llevas dos horas jugando, ponte a estudiar”, “te ordeno que apagues”… Y la réplica a estas siempre es la misma: "sí..., sí..., voy..., voy..., sí, ya voy..., que ya voy..., espera que termine la partida..., que ya voy pesada..." Así, como sin inmutarse. A veces pienso si no sería mejor hacer caso de la frase “si no puedes con el enemigo, únete a él” y empezar a jugar yo también, al Fornite, al GTA, al MInecraft, A la NBA o al FIFA 19, igual aprendo, le fundo, se aburre y se pone a estudiar la tabla periódica de los elementos, por ejemplo. 






En un intento de despegarle un rato del monitor, el pasado fin de semana me llevé a mi adolescente engañado a ver la exposición “Videojuegos: los dos lados de la pantalla”, para que viese que no todo en la vida, ni siquiera en los videojuegos, es jugar, a pesar de que estos se hayan convertido en solo 50 años en el principal producto de entretenimiento global de todos cuantos existen, por encima de la música o el cine, con un volumen de facturación superior a al de estas dos industrias. No vale, cuando te preguntan ¿ qué quieres ser de mayor ? Contestar “me gustan los videojuegos”, porque en el mundo de los videojuegos participan muchas más personas a parte del que juega: diseñadores, dibujantes, guionistas, programadores, matemáticos, analistas, artistas, músicos, ingenieros de imagen y sonido… sin contar con la parte comercial, la publicidad etc. Habrá que ir pensando en dejar de jugar un rato y estudiar algo relacionado con todo esto, digo yo. 











Con un enfoque puesto en hacernos reflexionar sobre el papel del videojuego en nuestra sociedad como manifestación cultural y como reflejo de esta, la exposición “Videojuegos: los dos lados de la pantalla” se divide en tres ejes: “Dentro de la pantalla”, donde se muestra el proceso de desarrollo del videojuego, “Fuera de la pantalla” donde se analiza la repercusión y el impacto de los videojuegos en nuestra sociedad fuera de los límites del mundo virtual, la interacción de los jugadores … y un tercer eje, al que puedes dedicar un buen rato si no hay mucha gente, que sirve de conexión entre los anteriores y es el espacio central "jugable" donde puedes tomar contacto con los dispositivos que te harán viajar virtualmente de este lado de la pantalla al otro.     










Decía antes que le llevé engañado porque mi pobre adolescente, que ya se olía que ese día no iba a tocar la play, se pensaba que íbamos a una exposición de pintura del Renacimiento y solo accedió, a pesar de que le gusta bastante el Arte en general, porque le prometí ir a comer después a Yatai Market, el mercado de street food asíática. Le tenía ganado. Llevarle a una exposición como esta, en la que no se presentan las últimas novedades del mercado del videojuego y a la que no se va a jugar precisamente (aunque si que se juega bastante si vas pronto) en los mismos días en los que se estaba celebrando la feria del videojuego, electrónica y ocio Madrid Games Week, hasta a mí misma me parece un poco como una jugarreta, un poco arriesgado cuando él sabía que muchos de sus amigos estarían en la MGW, y yo veía que el cabreo iba a ser de tal calibre que luego acabaría tirándome el ramen, los noodles y los udon a la cabeza (en su imaginación, claro), pero la verdad es que salió encantado de la Fundación Espacio Telefónica. No puso mala cara cuando se vio en la puerta, todas las exposiciones que hemos visto allí le han parecido siempre muy interesantes y le han gustado mucho. Nada más entrar, a la izquierda, una sección “Ciencia y videojuegos” afirmaba que diversos estudios neurocientíficos confirman datos de la mejora de diferentes áreas del cerebro debido al uso continuado de los videojuegos y explicaba también su aplicación o empleo en actividades sanitarias y científicas: rehabilitación, estudios, simulaciones, formación de personal…  “¡¡ No ves mamá que los videojuegos no son malos !!”. Empezábamos más que bien.











“Videojuegos: los dos lados de la pantalla” se podrá visitar hasta el 12 de enero de 2020. Dentro de las actividades de difusión cultural durante estos meses se pueden encontrar distintos talleres y seminarios para escolares y adultos, visitas comentadas con y sin reserva previa, así como otro tipo de actividades paralelas como concurso de imágenes en Instagram, documentales y encuentros. Toda la info, las reservas o inscripciones a través de espacio.fundaciontelefónica.com







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viernes, 19 de abril de 2019

Galletas Oso Panda






Menuda pandilla !! Es difícil que podamos encontar en alguna ocasión un conjunto así de numeroso de osos panda juntos ya que el oso panda gigante es un animal muy solitario que no lleva nada bien que haya otros osos adultos en su territorio o espacio vital. Esto sobre todo les pasa a las hembras. Yo las entiendo, considerando mi cocina como uno de los espacios donde paso más tiempo después de mi lugar de trabajo, tampoco quiero a nadie allí que enrede mientras yo hago, por ejemplo, galletas de chocolate, así que cierro la puerta y mantengo a mis pequeños cachorros al otro lado de esta, esperando a que termine para rebañar las sobras. Pero como estos de la foto no son osos adultos sino ositos y además son de mentira, los agrupo a mi antojo y después... me los como, porque son muy monos y además muy ricos.



Con las cantidades de ingredientes que utilizo para hacer estas galletas de chocolate salen unos 50 o 60 Chu-lines. Alguna vez me había preguntado si a Chu-lin, el primer oso panda nacido en cautividad fuera de China y que nació el 4 de septiembre de 1982 en el zoológico de la Casa de Campo de Madrid, se le puso ese nombre por la manera castiza de llamar a los madrileños que tenemos fama de ser muy chulitos. Aunque el nombre Chu-Lin  tiene un significado chino y quiere decir "tesoro entre bambues" parece ser que sí, que se eligió este nombre en honor a su procedencia china y a su lugar de nacimiento. Chu-lin era un auténtico chulapo !! En casa hemos puesto nombre a todas las galletas. Tengo tres moldes de osito de cuerpo entero más uno de solo la cabeza más 4 caritas diferentes. Esto da lugar a un montón de combinaciones por lo que tenemos nombre para casi todos: Chu-lin; Shao Shao, la mamá de Chu-lin, que fue un regalo del gobierno chino a los Reyes de España en visita oficial en el país en 1978 junto con Chang Chang, el papá adoptivo; Chia Chia, el papá biológico londinense; Po y De De, los gemelos que nacieron también en Madrid en 2010; Xing Bao, que es la cuarta cría de oso panda nacida en Madrid en 2013, los trillizos chinos Meng Meng, Shuai Shuai y Ku ku (la adorable, el guapo y el guay) ...










Chu-lin, el osito panda tierno, adorable y amoroso que marcó la infancia de muchos niños españoles (la mía no que me pilló ya casi saliendo de copas) falleció de forma repentina a los 13 años de edad. Le faltaron 12 para llegar a la media de 25 años que suelen vivir estos animales, y 12 días también faltan (hoy, 17 de abril, que es cuando estoy redactando esto) para que se cumpla aniversario de su muerte, ya hace 22 años que nos dejó pero sigue siendo recordado por muchos. Cada vez que llega una fecha señalada, Navidad, Semana Santa, Día de los enamorados, Halloween... suelo hacer alguna receta de repostería para publicar en el blog, no tanto para celebrar la ocasión, más bien es la excusa. Esta vez me pilló Semana Santa sin tener nada pensado y se me ocurrió utilizar uno de esos moldes que de vez en cuando compro por internet y los dejo para "mejor ocasión". 

Galletas de chocolate he hecho varias veces, con distintas recetas, con azúcar moreno, con azúcar glass, con levadura, sin levadura, con más harina, con menos harina, con vainilla, con Nutella... Aunque me gustan más las galletas de mantequilla, las que saben a galletas danesas, estás de chocolate están muy buenas. Me pasó la receta una amiga y es la primera vez que las hago. Repetiré !! Son unas galletas sencillas de hacer, solo decoradas con fondant para hacer la parte blanca aunque se pueden hacer con la masa sin chocolatear, muy bonitas, ideales para regalar. Una idea muy divertida y muy chula !!








GALLETAS PANDA DE CHOCOLATE.


Ingredientes:


- 200 gramos de mantequilla blanda

- 200 gramos de azúcar glass

- 1 huevo grande

- 400 gramos de harina normal

- 50 gramos de cacao en polvo tipo valor

- una pizca de sal

- un chorrito de leche para ligar la masa



Preparación:


1. Batir en un bol la mantequilla blandita, sin derretir, a punto pomada, junto con el azúcar glass

2. Cuando la mezcla sea homogénea añadir el huevo entero y seguir batiendo

3. Vamos incorporando la harina, tamizada y mezclada con la sal y el cacao, poco a poco. En este punto cambio el accesorio de la batidora y pongo el de amasar ya que es bastante cantidad de harina y la masa requiere amasado. Si se queda muy desmigada añadir un chorrito de leche para ligarla o terminar con las manos

4. Estirar la masa con el rodillo entre dos papeles sulfurizados de horno y dejarla con un grosor de unos 5 milímetros. Dejarla reposar en la nevera por lo menos media hora o una hora para que enfríe y se pueda cortar mejor

5. Cortar con los moldes cortapastas y disponer sobre un papel en la bandeja de horno. Volver a meter en la nevera para que las galletas queden duras y no pierdan su forma

6. Hornear 10-12 minutos en horno precalentado a 180 grados centígrados

7. Dejar enfriar sobre una rejilla y una vez frías decorar con el fondant blanco. Los moldes de las galletas de oso panda también traen la opción para cortar y marcar las caritas y las barriguitas. Pegar el fondant a la galleta humedeciéndolo con un poquito de agua.











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