Llegados a este momento del año toca discutir un poquito sobre Halloween. Sinceramente a mí me aburre un poco tener que estar discutiendo siempre de lo mismo, y con los mismos. Cada vez que publico una receta con temática Halloween (calabazas, catrinas, ataúdes, esqueletos... ) o subo fotos mías y de mi familia terroríficamente disfrazados, no hay año en el que no me encuentre con toda una legión de detractores publicando también en todas las redes sociales que si el “jalogüín” es una celebración importada de Estados Unidos (ni que a lo largo de la historia no estuviese esta repleta intercambios culturales), que si cogemos todas las modas de otros países y no son nuestras, que si celebrar Halloween aquí es como sacar el Cristo de los faroles allí, que si esto que si lo otro… y a mí siempre me cae algo, claro. Zas, zas, por cualquier lado. Si no en público, en privado, siempre me toca discutir con alguien, como si tuviera que estar excusándome y pidiendo perdón porque me guste Halloween.
Todos las culturas y sociedades constantemente adoptan tradiciones y festividades de otras: graduaciones escolares con toga y birrete, Papá Noel que casi ni existía aquí cuando yo era pequeña... por nombrar algunas, y nadie dice nada. Bueno, siempre hay quien sí. Pero qué sería del mundo sin estos y otros intercambios más serios. En fin, pues me gusta Halloween y ya está. Lo he disfrutado mucho con mis niños y con mis amigas, nos hemos disfrazado, nos hemos divertido y no trato de imponérselo a nadie. ¡¡ Allá cada cual !! Vive y deja vivir y si no muere y deja morir. No me importa estar de este lado en Halloween, yo voy a celebrar lo que yo crea, siempre que quiera, por supuesto, pero en este caso es que ni creo que esté celebrando nada, solo aprovecho que es Halloween, como tantos otros, para tener un rato de diversión. Aunque muchos hagan caja con la venta y consumo de productos Halloween al estilo americano, que por cierto Halloween tampoco es americano, a mí me da igual, ni que fueran los únicos. Y cansada estoy de defender por otro lado la tradición europea de esta festividad, que no lo digo yo, “lo dicen los libros” y ya todo el mundo lo sabe o han leído en algún lugar el origen celta de esta festividad pagana y bla, bla, bla….
¡¡ Qué aburrimiento !! Con lo divertido que es halloween en sí.
¡¡ Qué aburrimiento !! Con lo divertido que es halloween en sí.
Mis hijos ya son mayores y ya no se disfrazan ni piden caramelos por las casas, están a otro rollo que da más miedo aun, y a mí ya me da un poco de corte disfrazarme de enfermera sangrienta, esqueleto o bruja y dar vueltas por mi portal yo sola, llamando a las puertas de mis vecinos y pareciendo que en vez de caramelos o dulces voy a pedir medio limón, un litro de leche o un huevo que me hace falta. Mejor esa noche me quedo en casa y me pongo a enredar un rato en la cocina.
Así que para este Halloween, y con antelación esta vez, he decidido hacer unos escalofriantes y horripilantes "dedos de bruja". Huesudos, bien cortaditos a cuchillo, sangrientos… dedos asquerosos y terroríficos que realmente son deliciosas galletas con almendras, muy típicos en esta fecha, famosos entre el público infantil, más baratos y menos empalagos que los huesitos de santo que se realizan en muchas zonas de España con motivo de la celebración del Día de Todos los Santos, y que a mí me parecen también un poco siniestros.
Los dedos de bruja son un clásico entre las recetas que se hacen en estos días pero creo que no tienen tradición ninguna, por lo menos en España No son un dulce tradicional de ninguna zona solo responden a la iconografía propia de Halloween, resultan simplemente divertidos para los niños y no tienen detrás la larga tradición de los huesitos de santo, hechos con mazapán y dulce de yema, que se conocen desde el siglo XVII. Los dedos de bruja son galletas y tienen los ingredientes comunes de estas: harina, azúcar, mantequilla y huevo, más un poquito de "sangre". Son muy sencillos de elaborar y aparte de que están muy ricos otra cosa buena que tiene esta receta es que no hay que esmerarse mucho, cuanto más feos te queden... mejor.
Los dedos de bruja son un clásico entre las recetas que se hacen en estos días pero creo que no tienen tradición ninguna, por lo menos en España No son un dulce tradicional de ninguna zona solo responden a la iconografía propia de Halloween, resultan simplemente divertidos para los niños y no tienen detrás la larga tradición de los huesitos de santo, hechos con mazapán y dulce de yema, que se conocen desde el siglo XVII. Los dedos de bruja son galletas y tienen los ingredientes comunes de estas: harina, azúcar, mantequilla y huevo, más un poquito de "sangre". Son muy sencillos de elaborar y aparte de que están muy ricos otra cosa buena que tiene esta receta es que no hay que esmerarse mucho, cuanto más feos te queden... mejor.
DEDOS DE BRUJA
Ingredientes:
- 300 gramos de harina de repostería
- 150 gramos de azúcar (100 gr azúcar blanco más 50 gr azúcar glass)
- 100 gramos de mantequilla
- 1 huevo
- 1 cucharadita de aroma de vainilla
- almendras para decorar (uñas)
- mermelada de frambuesa para decorar (sangre)
1. En un bol o en el propio cuenco de la batidora/amasadora batir la mantequilla a temperatura ambiente junto con el azúcar.
2. A continuación incorporar el huevo entero y la vainilla. Seguir batiendo.
3. Cuando la mezcla esté ligada, ir añadiendo la harina tamizada poco a poco. Tendrás que cambiar las varillas por la pala amasadora si lo haces con la máquina porque la masa se va volviendo más dura y consistente. Si no amasar la masa a mano durante unos minutos. Si la masa está muy compacta se puede aligerar un poco con un chorrito de leche.
4. Dejar reposar la masa en el refrigerador, envuelta en papel film, durante 30 minutos aproximadamente.
5. Formar finos pirulíes con forma de dedo. Pegar la almendra mojada en la mermelada a modo de uñas, hacer con un cuchillo unas pequeñas rayitas en los nudillos y poner algo más de mermelada donde empieza en dedo para simular la sangre del corte.
6. Refrigerar los dedos durante media hora o una hora para que conserven la forma.
7. Hornear durante 12/15 minutos a 180 grados centígrados en el horno precalentado.
8. Sacar y dejar enfriar sobre una rejilla.
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