Quizá no sea esta imagen de la bicicleta verde la más significativa de todas cuanto puedan tomarse en la Quinta de Torre Arias ni la que más identifique a esta aun desconocida finca, pero sí es una de las más fotografiadas o por lo menos donde más veo que se entretienen las pocas personas que me cruzo casi a diario cuando paseo por este bonito jardín, en los tiempos libres que me permite mi jornada laboral. Seguramente sea así no por ser lo mejor que te encuentres dentro de esta enorme y fantástica quinta, no, es un jardín maravilloso y una finca peculiar, sino por pintoresca y llamativa, con ese precioso color verde o por estar situada en un pequeño rinconcito a modo de parking de bicis que hay a la derecha a pocos metros tras pasar la puerta de entrada a la finca.
Este mini aparcamiento donde se encuentra la fotografiada bici verde, con cabida para pocas bicicletas, cuatro o cinco, es de momento suficiente entre diario. Digo justo esto: "de momento" y "entre diario", pues por lo que me ha contado uno de los vigilantes del lugar, el fin de semana la cosa cambia bastante y muchas de las personas de la gran cantidad que se acercan a ver estos días los almendros florecidos de la vecina Quinta de los Molinos, se pasan también por esta dando un pequeño paseo de pocos metros por la madrileña calle de Alcalá.
Como parque histórico, la Quinta de Torre Arias tiene normas de uso: no perros, no niños solos, no hacer fuego, no salirse de los caminos (esto es casi imposible de cumplir)... y entre ellas también está la de no montar en bicicleta. Puedes pasarla al recinto y aparcarla, o llevarla contigo sin montar en ella. Puedes también hacer running (yo lo pregunté y lo hago algunas veces) sin embargo reconozco que lo que más me gusta es andar, pasear sola por el precioso jardín, con música o sin música; andar una hora, deprisa o despacio, observando flores y otras plantas; sentarme un rato, con libro o sin libro, en silencio; respirar los olores de la primavera que va llegando; hacer unas cuantas fotos, con sol o sin sol (las podéis ver aquí) porque en este mes en el que, a excepción de los lunes en los que está cerrado, voy casi todos los días, ha habido de todo, frío, sol, lluvia o aire, como corresponde a estas alturas del año, y haga una cosa o haga otra, pasar en definitiva un momento realmente placentero en el que apenas me cruzo a 5 o 6 personas, el día que más, en todo el tiempo, algo que hace relativamente poco no pensé que podría ocurrir. Ya me estoy adelantando e imaginando el otoño buscando alguna que otra seta, he leído que ya hay un estudio micológico en curso que ha constatado 30 nuevas especies.
Hace apenas 4 meses que la Quinta de Torre Arias se abrió al público y solo uno desde que yo la frecuento. Pero esta apertura es una apertura parcial: algunas construcciones están valladas y algunas partes de jardín también. A determinadas zonas no se tiene acceso y otras solo las puedes ver a distancia. Tanto el palacio como el jardín se encuentran en restauración. En la fotografía que muestra el plano de la quinta con todas sus dependencias y zonas, se puede ver el recorrido que se puede pasear delimitado por una línea de puntos. La finca consta de palacio y muchas dependencias: vaquería, matadero, invernadero..., estanques, pozos, fuentes, zona de huertas, arboles de diferentes especies como encinas, pinos, almendros, tilos... muchas de las construcciones están en mal estado y hay zonas peligrosas de riesgo que se han vallado, es por eso que todavía no se pueda pasear por la totalidad de su superficie. Aunque las asociaciones vecinales del distrito y plataformas constituidas para recuperar la finca para los ciudadanos han hecho mucho ruido al reivindicar la finca como espacio verde público tras el intento demolición y de privatización del anterior gobierno municipal, para algunos madrileños que viven algo alejados de este distrito de San Blas-Canillejas, la quinta es totalmente desconocida y para otros, como yo y como algún oficinista más de la zona, que llevamos pasando a diario por delante de su puerta y asomamos un día la cabeza por ella intrigados, se ha convertido de repente en un refugio de paz donde desconectar por un rato.
La Quinta de Torre Arias tiene mas de 400 años de historia. Es una finca histórica de finales del siglo XVI (1580) que fue finca agropecuaria y de recreo y perteneció a la condesa de Torre Arias, Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno Seebacher, hasta su muerte en 2012, quien la heredó de su padre, Alfonso Pérez de Guzmán el Bueno Salabert, VII conde de Torre Arias, como Quinta de Canillejas junto con el título nobiliario y quien la cedió al Ayuntamiento de Madrid al morir sin descendientes. Sobre su interesante historia, sobre la guerra que han mantenido consistorio y vecinos y sobre los planes de futuro puedes leer pinchando aquí y aquí. Su entrada se encuentra a escasos metros de la boca de metro de Torre Arias. Durante mucho tiempo solo he visto de ella la copa de los árboles y el reloj de la torre de la fachada principal del palacio y la he adivinado tras la fea y larga tapia pintarrojeada que he descubierto después apuntalada por el otro lado. En conjunto me resulta una finca magnífica, un lugar sorprendente, misterioso y fantástico, un jardín delicioso, solitario. Su apertura el 27 de noviembre pasado levantó mucha expectación y a su inauguración asistieron unas 2000 personas a pesar del mal tiempo. Ahora en marzo cierra todavía pronto, a las 17:30, y no abre los lunes por logística de las obras, pero merece la pena acercarse un par de horas a conocerla porque es realmente una joya en todos los sentidos.
QUINTA DE TORRE ARIAS.
Calle Alcalá, nº 551 - Madrid
Metro Torre Arias, Línea 5
Horario:
- 1 de octubre a 31 de marzo: de 10:00 a 17:30 h.
- 1 de abril a 30 de septiembre: de 10:00 a 20:30 h.
Lunes cerrado.
Todas las fotografías pertenecen a Planeta Cereza.
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