Planeta Cereza: octubre 2019

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jueves, 31 de octubre de 2019

Dedos de bruja







Llegados a este momento del año toca discutir un poquito sobre Halloween. Sinceramente a mí me aburre un poco tener que estar discutiendo siempre de lo mismo, y con los mismos. Cada vez que publico una receta con temática Halloween (calabazas, catrinas, ataúdes, esqueletos... ) o subo fotos mías y de mi familia terroríficamente disfrazados, no hay año en el que no me encuentre con toda una legión de detractores publicando también en todas las redes sociales que si el “jalogüín” es una celebración importada de Estados Unidos (ni que a lo largo de la historia no estuviese esta repleta intercambios culturales), que si cogemos todas las modas de otros países y no son nuestras, que si celebrar Halloween aquí es como sacar el Cristo de los faroles allí, que si esto que si lo otro… y a mí siempre me cae algo, claro. Zas, zas, por cualquier lado. Si no en público, en privado, siempre me toca discutir con alguien, como si tuviera que estar excusándome y pidiendo perdón porque me guste Halloween.


Todos las culturas y sociedades constantemente adoptan tradiciones y festividades de otras: graduaciones escolares con toga y birrete, Papá Noel que casi ni existía aquí cuando yo era pequeña... por nombrar algunas, y nadie dice nada. Bueno, siempre hay quien sí. Pero qué sería del mundo sin estos y otros intercambios más serios. En fin, pues me gusta Halloween y ya está. Lo he disfrutado mucho con mis niños y con mis amigas, nos hemos disfrazado, nos hemos divertido y no trato de imponérselo a nadie. ¡¡ Allá cada cual !! Vive y deja vivir y si no muere y deja morir.  No me importa estar de este lado en Halloween, yo voy a celebrar lo que yo crea, siempre que quiera, por supuesto, pero en este caso es que ni creo que esté celebrando nada, solo aprovecho que es Halloween, como tantos otros, para tener un rato de diversión. Aunque muchos hagan caja con la venta y consumo de productos Halloween al estilo americano, que por cierto Halloween tampoco es americano, a mí me da igual, ni que fueran los únicos. Y cansada estoy de defender por otro lado la tradición europea de esta festividad, que no lo digo yo, “lo dicen los libros” y ya todo el mundo lo sabe o han leído en algún lugar el origen celta de esta festividad pagana y bla, bla, bla….
¡¡ Qué aburrimiento !! Con lo divertido que es halloween en sí.


Mis hijos ya son mayores y ya no se disfrazan ni piden caramelos por las casas, están a otro rollo que da más miedo aun, y a mí ya me da un poco de corte disfrazarme de enfermera sangrienta, esqueleto o bruja y dar vueltas por mi portal yo sola, llamando a las puertas de mis vecinos y pareciendo que en vez de caramelos o dulces voy a pedir medio limón, un litro de leche o un huevo que me hace falta. Mejor esa noche me quedo en casa y me pongo a enredar un rato en la cocina.







Así que para este Halloween, y con antelación esta vez, he decidido hacer unos escalofriantes y horripilantes "dedos de bruja". Huesudos, bien cortaditos a cuchillo, sangrientos… dedos asquerosos y terroríficos que realmente son deliciosas galletas con almendras, muy típicos en esta fecha, famosos entre el público infantil, más baratos y menos empalagos que los huesitos de santo que se realizan en muchas zonas de España con motivo de la celebración del Día de Todos los Santos, y que a mí me parecen también un poco siniestros.

Los dedos de bruja son un clásico entre las recetas que se hacen en estos días pero creo que no tienen tradición ninguna, por lo menos en España No son un dulce tradicional de ninguna zona solo responden a la iconografía propia de Halloween, resultan simplemente divertidos para los niños y no tienen detrás la larga tradición de los huesitos de santo, hechos con mazapán y dulce de yema, que se conocen desde el siglo XVII. Los dedos de bruja son galletas y tienen los ingredientes comunes de estas: harina, azúcar, mantequilla y huevo, más un poquito de "sangre". Son muy sencillos de elaborar y aparte de que están muy ricos otra cosa buena que tiene esta receta es que no hay que esmerarse mucho, cuanto más feos te queden... mejor.



DEDOS DE BRUJA


Ingredientes:

- 300 gramos de harina de repostería
- 150 gramos de azúcar (100 gr azúcar blanco más 50 gr azúcar glass)
- 100 gramos de mantequilla
- 1 huevo
- 1 cucharadita de aroma de vainilla
- almendras para decorar (uñas)
- mermelada de frambuesa para decorar (sangre)







1. En un bol o en el propio cuenco de la batidora/amasadora batir la mantequilla a temperatura ambiente junto con el azúcar.

2. A continuación incorporar el huevo entero y la vainilla. Seguir batiendo.

3. Cuando la mezcla esté ligada, ir añadiendo la harina tamizada poco a poco. Tendrás que cambiar las varillas por la pala amasadora si lo haces con la máquina porque la masa se va volviendo más dura y consistente. Si no amasar la masa a mano durante unos minutos. Si la masa está muy compacta se puede aligerar un poco con un chorrito de leche.

4. Dejar reposar la masa en el refrigerador, envuelta en papel film, durante 30 minutos aproximadamente.

5. Formar finos pirulíes con forma de dedo. Pegar la almendra mojada en la mermelada a modo de uñas, hacer con un cuchillo unas pequeñas rayitas en los nudillos y poner algo más de mermelada donde empieza en dedo para simular la sangre del corte.

6. Refrigerar los dedos durante media hora o una hora para que conserven la forma. 

7. Hornear durante 12/15 minutos a 180 grados centígrados en el horno precalentado.

8. Sacar y dejar enfriar sobre una rejilla.








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viernes, 18 de octubre de 2019

Pan de calabaza (panecillos)






¡¡ Mira que existirán variedades de panes a lo largo de toda la geografía mundial !! De todo tipo, de todas clases, elaborados con diversas harinas, con distintas formas y con diferentes modos de cocción. Y todos están, o estarán, pienso, porque no los he probado todos, bien buenos. Hasta los panes “malos”, esos que venden en supermercados o tiendas bazares, ultracongelados, precocinados y de poca calidad, me parece que están ricos (sobre todo si están acompañados de un poquito de jamón o cualquier otra cosilla para picar) al menos para mí, que soy una apasionada del pan.

Me encanta el pan, cualquier tipo de pan y hasta me atrevo a hacerlo en casa, a mano y a máquina. No me sale demasiado mal para no ser una experta panadera, bastante comibles y con muy buena pinta todos los que he cocinado hasta ahora. No lo hago todos los días, que ya me gustaría, porque elaborar pan casero lleva su tiempo y no dispongo a diario de esas horas que requiere el levado y el horneado de la masa, pero lo que sí tengo a diario es mucha hambre de pan, pero que mucha !!

El pasado miércoles fue el Día Mundial del Pan (World Bread Day). Desde hace 14 años se celebra el día del pan el 16 de octubre para promocionar el valor del pan como alimento esencial en la dieta variada y saludable y promover su consumo. No estoy muy segura de que sean 14 años, ya que no he podido encontrar la fecha exacta de la primera celebración de este día, pero creo que el primer día mundial del pan que se celebró fue en 2006 y fue promovido, según multitud de páginas web que he consultado, por la Federación Internacional del Panadero, organización que tampoco he encontrado como tal y a la que solo encuentro referida como la Unión Internacional de Panadería y Panadería Pastelería (UIB).  Lo digo porque a mí me gusta siempre llamar a las cosas por su nombre: al pan, pan, y al vino, vino.







La Unión Internacional de Panadería y Panadería Pastelería, (Union Internationale de la Boulangerie et de la Boulangerie-Pâtisserie, International Union of Bakers and Confectioners) tiene su sede en Madrid, en la sede de CEOPAN, la Confederación Española de Organizaciones de Panadería, que es una Asociación Patronal, sin ánimo de lucro, que integra en su seno a las 52 Asociaciones y Gremios de fabricantes y expendedores de Pan Tradicional existentes en España y que tiene entre sus objetivos la promoción del consumo de productos de panadería. La UIB, que agrupa 29 países, otros 10 observadores, unas 300.000 empresas y alrededor de cuatro millones de trabajadores en todo el mundo, organiza todos los años, el día 16 de octubre, el Día Mundial del Pan, con multitud de eventos y actividades en muchas localidades, para resaltar la importancia del pan en cualquier dieta de alimentación equilibrada.

No hace falta que sea el Día Mundial del Pan para hornear pan en casa, ni siquiera que sea el Día del Pan Casero que se celebra desde los años 80 en EEUU el 17 de noviembre, lo que ocurre es que yo aprovecho cualquier celebración para celebrar cualquier cosa. Nadie necesita ninguna habilidad especial ni ninguna excusa para cocinar un pan casero, ni Navidad, ni Semana Santa, ni ninguna otra fecha señalada, pues el pan es un alimento básico, muy nutritivo que se come a diario en cualquier cultura desde tiempos inmemoriales. Su elaboración es conocida desde la prehistoria y en todas las civilizaciones. Además se cree que es uno de los primeros alimentos elaborados de la historia de los alimentos. En un principio solo era una masa de cereales machacados y agua, pues no se conocía aun la harina refinada, cuyo invento, el del pan en sí, algunas anécdotas refieren como casual, pero el pan siempre ha estado ligado a la evolución del hombre y es por ello que ha llegado a nuestros días en un formato más elaborado, con legislación propia y con toda una industria panadera detrás que convive con el furor del pan artesano y las formas artesanales y tradicionales de hacer pan.







PAN DE CALABAZA (panecillos):


El pan es en esencia una mezcla de harina, agua, levadura y sal, amasada, fermentada y horneada. Pero a este pan que comparto hoy le he incorporado otros ingredientes. Como estamos en otoño, aunque casi no lo parezca, he añadido calabaza, uno de los productos otoñales por excelencia, y el resultado ha sido sabrosísimo. La calabaza le ha dado al pan un sabor único. Es la primera vez que hago estos panecillos tan esponjosos y la receta que he seguido es la que ha publicado en youtube el canal Miel House (gracias desde aquí por compartir este vídeo tan claramente explicado) Y la he seguido tal cual, solo con un par de variaciones: aunque me gusta meter las manos en la masa lo amasé en la amasadora y también bajé un poco el tiempo y la temperatura del horneado porque veía que se me quemaban. ¿¿ Me podían haber quedado mejor ?? Pues sí, al menos me han quedado menos penosos que las fotografías que acompaño, que cada vez las hago con más prisas y menos cuidado, pero como están tan buenos los repetiré muchas más veces.


INGREDIENTES:

Para el Fermento:
- 125 ml o media taza de leche, a temperatura ambiente 
- 5 gramos de levadura seca de panadería 
- media cucharadita (de las de postre) de harina
- media cucharadita (de las de postre) de azúcar

Para la masa: 
- 450 gramos de harina de múltiples usos, tamizada
- 150 gramos de calabaza cocida, asada… en puré
- 1 huevo
- 2 cucharadas de aceite
- 1 cucharadita de azúcar
- 1 cucharadita de sal


1. Empezamos preparando un fermento en una taza o cuenco con 125 mililitros de leche a temperatura ambiente, 5 gramos de levadura seca de panadería, media cucharadita de harina y otra media de azúcar. Remover, tapar con papel film y dejar reposar unos 15 minutos aproximadamente o hasta que fermente.

2. En un bol disponer el puré de calabaza, que puede ser asada o cocida (yo la hice en el microondas: cortada en dados, tapada con papel film un poco pinchado, 5-10 minutos según la cantidad y luego pasada por la minipimer), dos cucharadas de aceite, 1 huevo entero y una cucharadita de azúcar. Mezclar bien.

3. En el propio vaso de la amasadora (tipo Kitchen Aid) poner los 450 gramos de la harina tamizada. En el centro hacer un pequeño hueco para echar la mezcla de la calabaza y el fermento. Añadir también  una cucharadita de sal pero en los bordes del recipiente, sobre la harina, que no toque los otros ingredientes. Ligar un poco con las manos o con una espátula y amasar unos minutos en la amasadora.

4. Cuando la masa esté ya lista sacarla del vaso de la amasadora, hacer como un bollo de forma redonda y dejarla reposar para que leve alrededor de una hora. Si la cocina está muy fría pues un poco más. Es una masa muy elástica y pegajosa, hay que ayudarse un poco enharinándonos las manos.

5. Una vez levada la masa a continuación hay que sacarla del bol, hacer una especie de rulo con ella y partirla en porciones. Yo hice 10 porciones y quizá quedan algo grandes, mejor hacerlas más pequeñas que creo que quedaran más bonitas y más redonditas. Con cada una de ellas hacer un bollito dándoles forma redondeada, disponer en la bandeja del horno sobre un papel sulfurizado y aplastarlas ligeramente con la mano. Con unas tijeras enharinadas realizar unos pequeños cortes, 8 cortes, para hacer las estrías de la calabaza y dejarlas levar por segunda vez en la bandeja una media hora, tapadas con un paño que no pese para permitirlo. Una vez que hayan levado, con la ayuda de un dedo se les hace un pequeño hundimiento en el centro.

6. Hornear 15 minutos en el horno precalentado a 220 grados centígrados. Como dije antes, bajé un poco la temperatura y también un par de minutos en la segunda hornada (siempre que hago algo por primera vez intento hacer una prueba primero) porque vi que se me estaban tostando mucho.

7. Sacarlas del horno y untar un poco de mantequilla por la superficie para que se quede más blandita.

8. El resultado son unos bollitos de pan con sabor a calabaza muy tiernos y esponjosos, ideales para hacer en cualquier momento, de una manera bastante rápida, y perfectos para fiestas o meriendas de Halloween.



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viernes, 11 de octubre de 2019

Videojuegos: los dos lados de la pantalla





Quien tenga en casa a un adolescente, principalmente masculino, aunque no necesariamente, sabe lo que significa la palabra “videojuegos”. En mi caso, y en mi casa, esta palabra, u otras relacionadas con esta como jugar, playstation, partida, pantalla… suelen decirse casi a diario, muchas veces, y en un contexto de frases algo subidas del tono en el que normalmente hablo: “por favor, apaga ya”, “quita la play, por favor”, “acaba la partida y ya”, “qué parte de apaga ya no has entendido”, “te lo digo por última vez, quita la play”, “quién te ha dado permiso”, “llevas dos horas jugando, ponte a estudiar”, “te ordeno que apagues”… Y la réplica a estas siempre es la misma: "sí..., sí..., voy..., voy..., sí, ya voy..., que ya voy..., espera que termine la partida..., que ya voy pesada..." Así, como sin inmutarse. A veces pienso si no sería mejor hacer caso de la frase “si no puedes con el enemigo, únete a él” y empezar a jugar yo también, al Fornite, al GTA, al MInecraft, A la NBA o al FIFA 19, igual aprendo, le fundo, se aburre y se pone a estudiar la tabla periódica de los elementos, por ejemplo. 






En un intento de despegarle un rato del monitor, el pasado fin de semana me llevé a mi adolescente engañado a ver la exposición “Videojuegos: los dos lados de la pantalla”, para que viese que no todo en la vida, ni siquiera en los videojuegos, es jugar, a pesar de que estos se hayan convertido en solo 50 años en el principal producto de entretenimiento global de todos cuantos existen, por encima de la música o el cine, con un volumen de facturación superior a al de estas dos industrias. No vale, cuando te preguntan ¿ qué quieres ser de mayor ? Contestar “me gustan los videojuegos”, porque en el mundo de los videojuegos participan muchas más personas a parte del que juega: diseñadores, dibujantes, guionistas, programadores, matemáticos, analistas, artistas, músicos, ingenieros de imagen y sonido… sin contar con la parte comercial, la publicidad etc. Habrá que ir pensando en dejar de jugar un rato y estudiar algo relacionado con todo esto, digo yo. 











Con un enfoque puesto en hacernos reflexionar sobre el papel del videojuego en nuestra sociedad como manifestación cultural y como reflejo de esta, la exposición “Videojuegos: los dos lados de la pantalla” se divide en tres ejes: “Dentro de la pantalla”, donde se muestra el proceso de desarrollo del videojuego, “Fuera de la pantalla” donde se analiza la repercusión y el impacto de los videojuegos en nuestra sociedad fuera de los límites del mundo virtual, la interacción de los jugadores … y un tercer eje, al que puedes dedicar un buen rato si no hay mucha gente, que sirve de conexión entre los anteriores y es el espacio central "jugable" donde puedes tomar contacto con los dispositivos que te harán viajar virtualmente de este lado de la pantalla al otro.     










Decía antes que le llevé engañado porque mi pobre adolescente, que ya se olía que ese día no iba a tocar la play, se pensaba que íbamos a una exposición de pintura del Renacimiento y solo accedió, a pesar de que le gusta bastante el Arte en general, porque le prometí ir a comer después a Yatai Market, el mercado de street food asíática. Le tenía ganado. Llevarle a una exposición como esta, en la que no se presentan las últimas novedades del mercado del videojuego y a la que no se va a jugar precisamente (aunque si que se juega bastante si vas pronto) en los mismos días en los que se estaba celebrando la feria del videojuego, electrónica y ocio Madrid Games Week, hasta a mí misma me parece un poco como una jugarreta, un poco arriesgado cuando él sabía que muchos de sus amigos estarían en la MGW, y yo veía que el cabreo iba a ser de tal calibre que luego acabaría tirándome el ramen, los noodles y los udon a la cabeza (en su imaginación, claro), pero la verdad es que salió encantado de la Fundación Espacio Telefónica. No puso mala cara cuando se vio en la puerta, todas las exposiciones que hemos visto allí le han parecido siempre muy interesantes y le han gustado mucho. Nada más entrar, a la izquierda, una sección “Ciencia y videojuegos” afirmaba que diversos estudios neurocientíficos confirman datos de la mejora de diferentes áreas del cerebro debido al uso continuado de los videojuegos y explicaba también su aplicación o empleo en actividades sanitarias y científicas: rehabilitación, estudios, simulaciones, formación de personal…  “¡¡ No ves mamá que los videojuegos no son malos !!”. Empezábamos más que bien.











“Videojuegos: los dos lados de la pantalla” se podrá visitar hasta el 12 de enero de 2020. Dentro de las actividades de difusión cultural durante estos meses se pueden encontrar distintos talleres y seminarios para escolares y adultos, visitas comentadas con y sin reserva previa, así como otro tipo de actividades paralelas como concurso de imágenes en Instagram, documentales y encuentros. Toda la info, las reservas o inscripciones a través de espacio.fundaciontelefónica.com







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