Planeta Cereza: enero 2017

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viernes, 27 de enero de 2017

Recetas "de libro": Bizcocho de pistachos





A la persona para la que he horneado este bizcocho le encantan los pistachos y le encanta el color verde. Podría decir que le gustan por igual. También le chifla el queso, cualquier queso, y esto casi que por encima de las otras dos cosas. Dentro de unos días, esta persona, personita, cumple 12 años y por ello fue que empecé hace poco a buscar, entre mis recetarios, una tarta de queso diferente donde poner y soplar las velas de tan importante y señalada cifra (¡¡ que ya es mayor !!) aunque yo sé que, en el fondo, la que él prefiere es la tarta de quesitos que le suelo hacer todos los años por su cumpleaños. 






De entre todos los libros de cocina que tengo en mis estanterías, y entre todas las recetas que están publicadas en sus páginas, necesitaba encontrar una receta especial, para una ocasión especial y para una persona especial, y aun sabiendo que al final acabaré por hacer irremediablemente la tarta de quesitos u otra cualquiera, de queso eso sí, me fijé en un libro muy bonito que tengo, con un mensaje sugerente en su portada, y me llamó la atención una receta que encontré dentro, que no es ni una tarta de queso ni una tarta de queso con pistachos, esto hubiera sido "lo más", sino un bizcocho, y pensé en él como en algo así como un adelanto, para ir abriendo boca. 

Cuando voy al supermercado, de vez en cuando compro alguna bolsa de pistachos ecológicos para "tener", al igual que ocurre con algunos otros snacks o frutos secos, por si se tercia tomar un piscolabis, por si viene alguien a casa o por si decidimos pasar una tarde de "gocheo" frente a la televisión viendo alguna película. Esta personita a la que le gustan los pistachos, el color verde y el queso, aparte de tener ya muchos años tiene también una carácter muy persistente:


      - Mami, ¿ puedo abrir esta bolsa de pistachos ?
      - NO.
      - Mami, ¿ puedo abrir esta bolsa de pistachos ?
      - NOO.
      - Mami, ¿ puedo abrir esta bolsa de pistachos ?
      - QUE NO !!
      - Pero, ¿ por qué no?
      - Pues porque no.


Y no es porque me tuviera ya un día muy harta, que también, sino porque por mi cabeza ya rondaba la idea de hornear el bizcocho, que la otra tarde cogí y le dije: "anda, abre la bolsa de pistachos que voy a hacerte algo que te va a gustar". Y le ha gustado. Y a mí, y a todos.






Dice en su contraportada el libro del cual he sacado la receta de este bizcocho de pistachos, "Cake Days, Recetas para hacer que cada día sea especial", que algunos días están hechos para disfrutar de un pastel, y realmente hay días como el de hoy, en los que tengo casi una necesidad imperiosa de llevarme algo dulce a la boca, que pienso que estoy totalmente de acuerdo. Los pasteles y bizcochos de "The Hummingbird Bakery", la pastelería londinense que ha editado este libro donde se recogen muchas de sus famosas creaciones, son coloridos y según cuentan deliciosos. Yo los he visto, sí, a través de las cristaleras de uno de sus establecimientos en Londres, el primero que abrió en el barrio de Notting Hill, su propietario, el antiguo periodista de televisión Tarek Malouf, quien apostó por comercializar en Reino Unido pasteles de estilo americano, idea que se le ocurrió durante su estancia en una universidad en Estados Unidos. Pero, aunque los he visto, no los he probado. A pesar de estar en la mismísima puerta de esta conocida bakery, me acuerdo perfectamente por sus atractivos colores rosa y marrón, y por sus mostradores repletos de postres, no pasé. No debía ser uno de esos días en los que me quería llevar algo dulce a la boca, o tenía prisa por ver los tenderetes del mercadillo de Portobello, o por tomarme una cerveza, o porque no conocía el libro, o me interesaba más buscar la librería donde Hugh Grant se ligó a Julia Robers en la película que lleva el mismo nombre que el barrio... a saber. Ahora bien, una vez probada una de sus recetas, si vuelvo, prometo hacerlo.








El bizcocho es sencillo de realizar, vistoso y tiene una pinta estupenda. Está muy rico, puedo decirlo porque ahora que estoy redactando, el bizcocho ya ha desaparecido y yo he contribuido a hacerlo desaparecer. Para mi gusto está muy dulce, no solo por el glaseado que lleva por encima, y creo que esto le resta algo de sabor a los pistachos a a pesar de que lleva muchos, por dentro y por fuera. Pero bueno, esto es solo una apreciación y me ocurre con muchas recetas, que pienso que llevan azúcar en exceso. Uno de los consejos sobre repostería que da The Hummingbird Bakery es que, según ellos, la cocción es una reacción química, y experimentar con las cantidades de la receta potencialmente puede causar un fallo en la receta. Yo me voy a arriesgar y al próximo le echo menos.

Me gusta también mucho su textura, tanto por la esponjosidad de la masa como por los pequeños tropezones de pistachos que se reparten por toda ella y que le proporcionan un sabor y un color sin igual. Me atrevo a decir que los pistachos son lo mejor de la receta, siempre y cuando te gusten, porque el bizcocho es realmente básico (es como un bizcocho "cuatro cuartos", cuatro ingredientes a partes iguales) y en las fotos salen muy favorecidos con ese color verde tan especial. Las fotos que he hecho esta vez no son "muy allá". Como un bizcocho dura menos en mi casa que un caramelo a la puerta de un colegio, hice rápidamente unas cuantas con el teléfono móvil porque estaban precisamente volviendo del colegio y a punto de verlo y devorarlo. Mi teléfono no hace fotos malas, a menos que te empeñes, pero este bizcocho está tan bueno que bien se merecía que me hubiese molestado en sacar la cámara buena, ajustar unos cuantos parámetros o ajustes y haber hecho unas fotos en condiciones. También para el próximo !!







BIZCOCHO DE PISTACHOS.

Ingredientes:

- 3 huevos grandes (peso alrededor de 190 gramos)
- 190 gramos de harina
- 190 gramos de azúcar
- 190 gramos de mantequilla sin sal
- 25 ml de nata o crema agria 
- 1 cucharadita de postre de levadura en polvo
- un 1/4 de cucharadita de sal
- 1 cucharadita de postre de aroma de vainilla
- 100 gramos de pistachos picados

- mantequilla y harina para engrasar el molde

- 150 gramos de azúcar glass y 2 cucharadas de agua para el glaseado blanco
- pistachos molidos o muy picados para decorar








Preparación:

1. En un bol ponemos la mantequilla un poco reblandecida junto con el azúcar y lo batimos bien con la batidora eléctrica de varillas durante por lo menos 5 minutos, para conseguir una crema ligera y para que suba bien la masa.

2. Se van añadiendo los huevos de uno en uno mientras se sigue batiendo. Al pesar los 3 huevos me ha dado como resultado 194 gramos. Este bizcocho es como el tradicional cuatro cuartos bretón (quatre quarts). A más peso de los huevos se puede añadir el mismo peso de los otros ingredientes.

3. Tamizar la harina, y junto con la levadura y la sal, incorporarla a la crema en dos o tres tandas primero ir removiendo a mano con la espátula y luego dar un pequeño toque con la batidora a menor velocidad.

4. Añadir la nata agria (se puede sustituir por buttermilk o yogur griego) y el aroma de vainilla. Remover.

5. Finalmente añadir los pistachos picados e integrarlos bien.

6. Verter la masa en un molde rectangular mediano engrasado con mantequilla y espolvoreado con un poco de harina. Hornear durante 50/60 minutos (yo lo dejé 55) a 170 grados en el horno precalentado.

7. Sacar del horno, dejar enfriar un rato y desmoldar. Enfriar del todo en una rejilla y decorar con el glaseado que haremos mezclando el azúcar glass con el agua ajustando su consistencia según se prefiera añadiendo más agua si se quiere más líquida o más azúcar para espesar. Me gustan muy poco los glaseados, más bien casi nada y menos los espesos, por lo que suelo dejarlos algo líquidos y chorretosos. 

8. Espolvorear los pistachos molidos por la superficie.






CAKE DAYS. Recetas para hacer que cada día sea especial.
THE HUMMINGBIRD BAKERY

Autor: Tarek Malouf
Editorial: Acanto. 
Primera edición: octubre 2013
ISBN: 2065109866122
256 páginas
Tapa dura.
Precio: 6 - 18 euros




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lunes, 16 de enero de 2017

Rincones. El Faro de Moncloa







Esta es la primera vez que escribo en la sección "Rincones" sobre un lugar que nada tiene ver con la palabra rincón en ninguna de sus acepciones. Este lugar, que acabo de visitar durante las vacaciones de Navidad, no es ni ángulo ni esquina, todo lo contrario, es una estructura metálica visitable que se extiende en altura sin límite de espacio, más que el impuesto, y no la delimita el encuentro de ninguna superficie. Tampoco es un lugar apartado, sino que se ubica en el centro de Madrid, bueno más concretamente al noroeste, en lo que se conoce como la Ciudad Universitaria; no es precisamente pequeño y no se habita de ningún modo en él, sino que se pasa dentro un breve espacio de tiempo limitado, el suficiente para obtener una excelente visión panorámica de gran parte de la ciudad "desde arriba".

Esta "Torre de Iluminación y Comunicaciones" del Ayuntamiento de Madrid que veis en las fotografías y que muchos de los que vivís en la capital conoceréis aunque solo sea por fuera, fue diseñada por el arquitecto madrileño Salvador Pérez Arroyo para conmemorar la elección de Madrid como Capital Europea de la Cultura en 1992 y es conocida por todos como el Faro de Moncloa, un faro sin costa, sin navegantes y sin nadie a quien guiar ni iluminar en la oscuridad de la noche, como se pretendió en su origen.

El Faro de Moncloa no es un lugar muy concurrido, ni muy conocido y casi, me atrevo a decir, ni muy querido ni entendido por los madrileños. Nunca se convirtió, como era la idea inicial, ni en icono ni en emblema ni en símbolo de Madrid, quizá porque nunca cumplió la función para la que se construyó y además estuvo 10 años cerrado por motivos de seguridad tras los cuales fue recuperado y renovado en 2015 para "dar a los madrileños un recurso turístico absolutamente atractivo", sin prácticamente otro uso actualmente. Pero a mí esta torre-mirador, que visité un par de veces en sus comienzos y que ahora vuelvo a visitar acompañada de mis hijos, me gusta bastante y me parece un sitio curioso e interesante y muy "chulo", por ponerle algún adjetivo así propiamente madrileño. Una visita al Faro de Moncloa me resulta un plan ideal cualquier fin de semana, o como en este caso en vacaciones de Navidad, para acercarse a echar un vistazo, echar unas cuantas fotos y disfrutar Madrid desde las alturas.





Hace apenas un mes, Madrid se levantaba una mañana cubierta por un gran manto blanco de niebla densa que cubría toda la ciudad, y su vez, los madrileños nos levantábamos sorprendidos y rodeados por unas fascinantes fotografías, difundidas en las redes sociales y medios, de nuestra ciudad cubierta por un mar de nubes blanco del que sobresalían los pisos superiores de Las Cuatro Torres, y disfrutando por otra parte, como no, de tan bellas imágenes. Un espectáculo precioso, sin duda debe serlo, poder contemplar desde lo alto de estos rascacielos de tan impresionante panorámica. En un día así con una niebla tan espesa, no se vería mucho desde el mirador del faro, incluso aunque es una torre alta de 110 metros creo que habría quedado por debajo del mar de nubes, pues su altura es aproximadamente la mitad de la de estos cuatro rascacielos, pero en un día claro y soleado como los que estamos teniendo este invierno, se puede ver mucho Madrid. Y Madrid es famosa, entre otras muchas cosas, por sus tejados y azoteas (los de la proximidades al faro se ven con mucha claridad) también por las buhardillas, terrazas y esculturas de edificios históricos o emblemáticos que a veces nos perdemos cuando nos perdemos paseando por la ciudad sin levantar la vista al cielo. A los madrileños nos encantan nuestros tejados, que tienen un encanto especial (por algo nos llaman "gatos" aunque este apelativo no sea por recorrer estos y saltar de uno a otro, sino que venga del tiempo en el que Madrid era Mayrit) y alguno de nosotros, no sé si muchos pero al menos yo, aprovechamos en ocasiones los días claros para subirnos a cualquier sitio y poder otear la ciudad desde lo más alto. hay bastantes oportunidades en la ciudad para hacerlo.













De todos los rascacielos y torres que conforman el skyline madrileño, o incluso de algunos otros edificios que ofrecen increíbles vistas de la metrópoli, puedo decir que solo he subido a una mínima parte de ellos: el Círculo de Bellas Artes, el Museo Reina Sofía, la Torre de Madrid de la calle Princesa, el Gourmet Experience de la Plaza de Callao, tres o cuatro terrazas de moda... así que recuerde, quizá algún otro, pero hay muchísimos más: el Pirulí, las Cuatro Torres, la Torre de Colón, la Torre Picasso, Torre Europa, el Edificio BBVA, también el desaparecido Edificio Windsor, que se quemó el día en que nació Pablo, a quien veis en alguna de las fotos, y tras lo cual se cerró el faro, no porque él naciese, claro está, sino porque se revisaron las normas de seguridad y accesibilidad de muchos edificios tras este incendio y el Faro incumplía algunas. Muchas de estas construcciones, que se pueden divisar desde muchos puntos de la ciudad, se pueden ver también desde el Faro de Moncloa a través de las cristaleras de su mirador ya que este ofrece una panorámica única y unas vistas privilegiadas. Merece la pena realmente coger el ascensor y comprobarlo. En tan solo 50 segundos se sube hasta este mirador, con forma de platillo volante, que se encuentra a 92 metros de altura. No es la construcción más alta de Madrid, como he dicho tiene 110 metros de altura, pero desde aquí se puede ver bien las vistas más próximas del Distrito Moncloa-Aravaca y el entramado de sus calles, la expansión de la ciudad de norte a sur,  el Parque del Oeste, la Casa de Campo, sus torres más altas, algunos de los monumentos más significativos de Madrid, el Palacio Real, la Catedral de la Almudena ... y en días muy claros, zonas más lejanas de la sierra de Madrid con una perspectiva de hasta 100 kilómetros a la redonda. En la visita al mirador se pueden encontrar paneles informativos con la reproducción gráfica y ubicación de estos.




















Espero que os gusten las fotografías, que no superan a las vistas que ofrece el Faro, pero bueno, es mucho mejor subir y verlo.







FARO DE MONCLOA

Avenida Arco de la Victoria , 2
28040 - Madrid

Teléfono
915501251
faromoncloa@esmadrid.com
Metro: Moncloa (L3, L6)
Autobús: 44, 46, 82, 83, 132, 133, 160, 162, A, G

Precio:
3 euros (1,5 euros para niños entre 7 y 14 años, desempleados, mayores de 65 años, personas con discapacidad y su acompañante. Gratis para niños hasta 6 años incluido). Las entradas pueden adquirirse en el vestíbulo principal del faro o por compra online.

Horario:
-Mar-Dom: 09:30-20:00 h. Lunes (salvo aperturas especiales) cerrado. 
-Lunes (salvo aperturas especiales) CERRADO.

Importante:
- Entrada general con visita libre y una duración máxima de 30 minutos (último acceso a las 19:30). Las entradas se adquieren en el vestíbulo principal u online y están asociadas a una hora fija.

- El acceso al mirador del Faro estará siempre sujeto a las limitaciones de aforo del mismo.

- Punto de Información turística Faro de Moncloa: Situado en la base del Faro.
Abierto los 365 días del año: de 09:30 a 20:30 horas (información general sobre la ciudad de Madrid, su agenda de ocio, y los productos y servicios que el Ayuntamiento de Madrid pone a disposición del viajero como su tarjeta turística Madrid Card o el autobús turístico Madrid City Tour).







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