Me encanta comer y cocinar alimentos de temporada, sobre todo frutas y hortalizas. Quiero decir que me gusta hacerlo cuando están realmente en temporada, claro. Aunque muchos alimentos los podemos encontrar hoy en día en cualquier tienda durante todo el año, o en la mayoría de los meses, porque los traen desde otros puntos del planeta prácticamente el mismo día en el que salen del huerto o los recogen del árbol, lo cierto es que todos o casi todos estos productos "de huerta" tienen un "mejor momento" y en ese mejor momento son más baratos, hay más abundancia, están más al alcance y además están más ricos.
Ya es otoño, recién estrenado, y yo ya estoy salivando con todo lo que me voy a encontrar en los próximos meses en mercados, mercadillos, tiendas o supers, cuando todos los puestos o mostradores de estos establecimientos se llenen con los colores y los productos otoñales: calabazas, uvas, castañas, granadas… Empieza la temporada de algunos y la de otros, los propios del verano, se acaba. Los higos que tanto me gustan y que he utilizado para hacer esta receta, tan verdes y tan bonitos, casi ya ni se ven, aunque todavía podamos encontrar algunos, algo más “chuchurríos”, en algunas fruterías ya que su temporada va desde junio a finales de septiembre, prolongándose incluso hasta noviembre según el clima o la zona. No son como digo de estas semanas pasadas sino que fueron cogidos a finales de verano, en esa época de transición de fin de verano - principios de otoño, que algunos llaman verano tardío (y otros veroño, por el buen tiempo que hace justo cuando comienza la nueva estación) lo que ocurre es que, como me pasa habitualmente, desde que hago la receta y las fotos hasta que la publico, pasa un rato largo. Un poco más y me pongo en Navidad. Cosas de tener una agenda como la mía !! Esta época a la que me refiero, en la que todavía los días son largos y tengo también algo más de tiempo, se convierte con tal variedad de hortalizas, verduras, frutos secos o frutas que existe, en un momento de máxima producción en mi cocina, donde las recetas de tartas con fresas, mermeladas de moras o postres con cerezas, que todavía alguna hay, dan paso o incluso se entremezclan con las de cremas o bizcochos de calabaza y las salsas de ciruela, y si me apuras un poco casi que con las croquetas de boletos que ya me van saliendo muy ricas después de varias intentonas.
El higo es casi la única fruta que no me da pereza comer nunca aunque me manche los dedos y se me queden pegajosos, es más, me encanta manchármelos y chuperretearlos, porque es una fruta tan dulce que disfruto enormemente haciéndolo, a otros les pasa con los langostinos o las gambas. Me da igual comer los higos directamente del árbol que comer la mermelada que preparo con ellos y con la que también me pringo, aunque reconozco que lo primero tiene para mí mucho más encanto. Mermelada de higos no hago nunca en grandes cantidades para almacenar, realmente ni de higos ni de cualquier otra fruta, solo hago dos o tres botes, los que salgan, más otro par más para tener en uso los primeros días, con los higos que suelo coger en septiembre de mis propias higueras. Dicho así parece que sea una terrateniente pero no, solo tengo una pequeña finca que da unos higos buenísimos y cuatro cosillas más. Siempre reservo en este mes un fin de semana para volver al pueblo, disfrutar de los últimos coletazos del verano, cerrar la casa y coger algunos higos de las dos higueras que poseo, de los cuales me como los más bonitos los primeros, esos que resultan los más apetecibles y empleo los más feos que voy dejando para realizar alguna receta. Si utilizas para elaborar mermelada esos higos que van quedando, como digo más feuchos, porque están algo más pasados o más maduros, mejor, porque tienen más sabor pero conviene no pasarse en el punto de maduración porque si no se perdería la pectina natural de la fruta que actúa como espesante. Si no, si los higos que tienes están poco hechos, siempre puedes dejarlos macerar desde la noche anterior en el azúcar y el limón e irán soltando poco a poco su jugo, y también saldrá estupenda.
La mermelada de higos es, como casi cualquier mermelada, una receta muy sencilla de hacer aunque, como todo, cada uno la hace a su manera. Con algunos pequeños trucos que cada cual utiliza puede quedar perfecta, o por lo menos a su gusto. Yo la hago siempre igual, como la hice la primera vez, porque así me encanta, y esta es la receta que voy a compartir. Me gusta como queda con una textura fina y una consistencia perfecta para mí. Algunas personas pelan los higos y otras no (en esta ocasión unos los he pelado y otros no porque tenían buena piel), unos emplean azúcar blanco, otros azúcar moreno, como es mi caso, de ahí ese color tan oscuro, y hay quien usa panela en polvo. También hay quien añade manzana y quien no lo hace, incluso algunos le pone un toque de canela, y sobre las proporciones entre fruta y azúcar, pues depende, yo le pongo menos de la mitad del peso de los higos, como un treinta por ciento aproximadamente porque estos higos ya son lo suficientemente dulces y porque tiendo a rebajar un poco el azúcar en algunas recetas. Los higos tienen una cantidad media de pectina por lo que yo es necesario añadir mucha cantidad de azúcar ni prolongar su cocción en exceso, si acaso poner un poquito de manzana. En cualquier caso, se haga como se haga, yo pienso que siempre que se la dé mínimamente el punto, en cuanto a sabor estará seguro más que buena.
La mermelada en sí es algo muy calórico, no voy a decir que no. Tiene un valor energético alto debido a la cantidad elevada de azúcar que lleva, sin embargo, y a pesar de su mala prensa en este sentido, la ingesta de la de higos es recomendada, en cantidades moderadas, por muchos nutricionistas y dietistas ya que compensa por las múltiples propiedades que tiene esta fruta nutritiva y jugosa. Los azúcares naturales que tienen los higos y que hacen que sea una fruta tan dulce reducen la necesidad que tenemos a veces después de comer de tomar como un caprichito algún postre elaborado lleno de calorías. Los higos son saciantes y también proporcionan energía, vitaminas y muchos minerales como el potasio, del que tienen un alto contenido. Por otra parte controlan el nivel de presión arterial, reducen el colesterol malo , previenen enfermedades cardiovasculares y como son ricos en fibra, facilitan una buena digestión entre otras cosas.
Cualquier mermelada me resulta perfecta para acompañar unas tostadas en el desayuno Me gustan casi todas pero cuando tengo la de higos casera suelo comerla así pues la mermelada de higos no es de las más abundantes en las estanterías del supermercado, y la casera está infinitamente mejor. Pero como realmente me parece deliciosa es combinándola con un poco de queso (esto a gustos !! para mí con queso brie) y/o jamón serrano o paté. En ocasiones también realizo con ella una trenza de hojaldre rellena de mermelada de higos y jamón serrano que es algo muy fácil y sencillo de realizar: una lámina de hojaldre rectangular que dividimos imaginariamente en tres partes longitudinales, poniendo el relleno en la del centro y cerrando con los flecos que habremos cortado en las otras dos partes exteriores. Esto está muy rico y cualquier día de estos lo hago ahora que vuelvo a tener mermelada de higos casera.
MERMELADA DE HIGOS VERDES.
Ingredientes:
- 1 kilo de higos verdes (variedad cuello de dama)
- 300 gramos de azúcar moreno
- ½ limón o 1 limón pequeño
- media manzana (opcional)
1. Se lavan y se parten los higos enteros con su piel, eliminando alguna parte fea si la hay y los rabitos . Se disponen en una cazuela.
2. Se incorpora el azúcar, se remueve y se deja macerar durante una hora o dos para que la fruta suelte su jugo. Si los higos están poco maduros se pueden dejar macerando desde el día anterior y si la fruta está bastante madura este paso tampoco es que sea necesario. El azúcar es el conservante de la mermelada.
3. Añadir el limón muy bien pelado y cortado en trozos El limón se puede añadir también en zumo antes de la maceración pues ayuda a que la fruta suelte el jugo. El limón es el que aporta el ácido a la mermelada y el que ayuda a activar la pectina.
4. Opcionalmente podemos añadir media manzana troceada para aportar algo más de pectina que es el espesante de la mermelada. La manzana acelera este proceso y así ahorramos tiempo de cocción.
5. Poner a cocer la mezcla, tapada, a fuego medio, durante 20 o 30 minutos. Ir removiendo con una paleta o cuchara de madera para que no se pegue a la cazuela teniendo cuidado en no quemarse ya que salta un poco. No prolongar mucho el tiempo de cocción ya que, aunque se vea una consistencia algo líquida, al enfriar se espesa y además si nos pasamos quedaría demasiado dulce.
6. Si preferimos una textura que no sea muy gruesa y que no se noten los trozos de fruta podemos triturar un poco con la batidora de mano en la propia cazuela.
7. Una vez que se enfría la mermelada está lista para consumir pero si queremos conservarla y que nos dure muchos meses o hasta un año, hay varios métodos para envasarla al vacío. Yo lo que hago es esterilizar los frascos de cristal junto con sus tapas hirviéndolos en agua durante 30 minutos, los saco con unas pinzas transcurrido este tiempo, los dejo escurrir, los relleno hasta el borde, los cierro herméticamente, los doy la vuelta y pongo boca abajo, los dejo enfriar y ya después los decoro.
Todas las fotografías pertenecen a Planeta Cereza pero las etiquetas tan bonitas que aparecen en los botes de la mermelada son obra de Alicia Sánchez Jiménez, quien las ha diseñado, dibujado y compartido gratuitamente (Gracias !!)
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